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Reportaje:EL PROCESO DE PAZ EN EL ULSTER

Escepticismo y alivio en Belfast

Católicos y unionistas, separados por la 'línea de la paz' en la capital de Irlanda del Norte, muestran reacciones enfrentadas

Le llaman la línea de la paz. Es un muro metálico, de hasta cinco metros de altura, que divide físicamente las áreas residenciales de las comunidades protestante y católica del oeste de Belfast. Desde allí, el eco del comunicado del IRA anunciando el fin de su "campaña armada" resonó en ambas barriadas con sintonías diferentes. Con escepticismo entre los unionistas de Shankill Road; con alivio y escasa sorpresa entre los republicanos de la calle Clonard y su vecina Falls Road.

"No hay nada nuevo en las palabras del IRA. Ya hemos escuchado muchas veces la misma canción y no hemos visto ningún resultado", resalta Shelley Mullan, encargada de una tienda de Shankill Road, uno de los feudos unionistas-lealistas de Belfast. Entre la prensa diaria, vende en su pequeño comercio los más variados recuerdos de la Irlanda del Norte protestante, desde las típicas chapas y banderines con los colores de la Union Jack hasta baberos con la leyenda impresa "Libertad para el Ulster". Mullan, de 27 años, se mantiene escéptica ante el último gesto del IRA.

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La paz de la desconfianza

"Hasta que no lo veamos no lo creeremos", dice haciéndose eco de la postura de los miembros de su comunidad, incluidos los líderes políticos. "Se han prestado,al menos, a que un ministro protestante sea testigo de la operación, pero yo no creo que entreguen todas las armas. El IRA tampoco va a desaparecer, ni renunciará a la guerra".

Una clienta entrada en años, la señora Lilly Campbell, se suma enfurecida a la conversación: "No creemos ni una de sus palabras. Me pongo mala cada vez que surge el tema. Apenas han destruido una pizca de su arsenal y tampoco lo destruirán". Mullan comprende su explosión de furia. "Los mayores", explica, "están hartos y muy exasperados. Ellos han vivido prácticamente toda su vida al calor del conflicto y lo han pasado muy mal. Los jóvenes, al menos, estamos creciendo con el trasfondo del proceso de paz y lo tenemos más fácil. La situación es menos tensa, y el peligro, menor. Pero tendemos a mostrarnos indiferentes respecto a los llamados avances políticos y gestos del IRA".

La desconfianza es, desde luego, mayor entre los residentes maduros de Shankill Road. "¿Qué importa lo que diga el IRA? ¿Dónde está la justicia para los protestantes? Nosotros no hablamos en público del tema por miedo a represalias de uno u otro bando. Dejamos la cuestión para los políticos", dice una pareja cercana a la jubilación.

Llamativos murales

A su alrededor, son los llamativos murales de las fachadas los que mejor dan fe de los agravios que siente la comunidad unionista desde el inicio del conflicto, al final de los años sesenta, y la firma del Acuerdo de Viernes Santo, en 1998. "Treinta años de matanza indiscriminada por parte de los llamados no-sectarios Luchadores por la Libertad de Irlanda", se lee en un mural que escenifica cinco escenarios de atentados con bomba. Y a su vera, las cuestiones en boca de la mayoría protestante: "¿Dónde está nuestra verdad? ¿Dónde está nuestra justicia?".

Una avenida perpendicular conduce desde Shankill Road hasta el portón del muro, que ayer estaba abierto al tráfico y a los peatones sin ningún control policial. Las pintadas de esta robusta entrada a la zona católica adquieren motivos más urbanos: un pinchadiscos, un boxeador. Desde allí se avanza hacia Falls Road, pasando antes por la barriada de Clonard, donde se ubica el monasterio del mismo nombre, que dio cobijo a las familias católicas que huyeron de sus vecinos protestantes el verano de 1969. Entonces no existía la línea de la paz y la quema de las viviendas de Bombay Road fue la mecha que prendió fuego al terrorismo del IRA.

"Es una buena noticia", señala Seamus McGibben, respecto al respaldo del IRA al proceso democrático y a la orden de desarme del jueves. "Lo esperábamos desde hace tiempo y es bienvenido. ¡Ya era hora! No nos ha sorprendido porque, en realidad, el comunicado simplemente formaliza el compromiso del IRA a inutilizar las armas. Seguir con la lucha armada ya no tiene sentido".

"Sí, se anticipaba desde hace tiempo", coincide el padre O'Connor, de la iglesia de Clonard. "No nos ha sorprendido, pero es un paso muy bueno. Al Sinn Fein le entorpece su asociación con el IRA y, con sus aspiraciones puestas en ganar relevancia política en toda la isla de Irlanda, tanto en Belfast como en Dublín, le beneficia acabar de una vez por todas con la violencia". "El comunicado es bastante claro en su intención de abandonar las armas y abrazar el proceso democrático. La gente está contenta", añade.

Una de las fachadas del monasterio mira directamente al muro de separación. "Realmente es una línea de la paz. Físicamente no lo parece, pero lo es. Cumple un papel muy práctico en la actualidad. Es esencial y necesario. Derribarlo hoy sería un error", advierte el cura de Clonard.

En los últimos años, el muro ha seguido creciendo en altura hasta superar, en muchos tramos, los cinco metros. Las pedradas o cócteles molotov chocan así contra el metal sin alcanzar su objetivo: las viviendas y residentes de los distintos barrios enfrentados. "Frena actos de provocación de jóvenes e incluso niños que pueden desembocar en mayores conflictos", explica el padre O'Connor. Para ilustrar su explicación, recuerda un suceso reciente, del pasado día 12, la gran fiesta tradicional de la comunidad unionista-protestante. Se celebra con hogueras y, en esa ocasión, la bandera tricolor irlandesa ondeaba en lo más alto. "La quemaron", afirma, "pero la gente de Clonard nada hizo en represalia. Habrá que esperar muchos años antes de derrumbar la línea de la paz".

El IRA da por concluida su campaña de terror y confía en la vía política para alcanzar su meta final: la reunificación de la isla de Irlanda. Lian McGetthhagan, votante de Sinn Fein, está satisfecho. "La lucha armada ha llegado a su fin, pero la política seguirá su curso. Confío en lo más profundo de mi corazón que desaparezca pronto esta frontera entre el norte y sur de Irlanda".

Una mujer pasa ante una pintada del IRA y otra de su rama política, Sinn Fein, ayer en Belfast.
Una mujer pasa ante una pintada del IRA y otra de su rama política, Sinn Fein, ayer en Belfast.EFE

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