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Columna
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Las oscuras golondrinas

Han vuelto, y agosto suele ser su mes más cruel. Golondrinas de fuera de temporada, sus hábitos no van acordes con las costumbres civilizadas. Imponen siempre y en todo lugar su sentido doctrinario de la vida, y su tarea de tutelaje no encuentra mejor lugar para el ejemplo que esos ámbitos de relativa anomalía que suelen ser las fiestas. Fiestas sí, pero borroka ere bai. El contrapunto adversativo antes lo ponía la misa mayor; estos últimos decenios lo impone la borroka. Saquen ustedes las consecuencias, que a estas alturas de la película resultan ya muy manidas. Acaso por serlo, se explique lo hueco que suena el carnaval nacionalista de los últimos meses. Hay algo en el ambiente que parece indicar que todo se desmorona. Tal vez sea una sensación falsa, pero ellos, por si fuera cierta, necesitan poner el motor en marcha. El motor intimidatorio, que es para ellos el factotum de la vida. El motor tiene su fórmula, que les ha solido dar buenos resultados: magnificar una excusa para desencadenar el desastre. Sin embargo, y pese al daño que aún pueden hacer, también eso empieza a sonar a hueco, a representación de la representación, a fiesta de moros y cristianos. Claro que, como el fuego sigue siendo real, al final del festejo sólo les espera la Justicia. Las masas ya no parecen estar por la labor, y la batalla de Guadalete les empieza a sonar extemporánea y lejana.

El nacionalismo vasco necesita el conflicto, se alimenta de él. Cuando ve desolado que a su alrededor no hay tal, se lo inventa. También esto resulta ya manido. Tanto, que el personal lo toma a chirigota. Los discursos americanos del señor Azkarraga -consejero del Gobierno Celestial de Euskal Herria, que no del de Euskadi-; el remake de la batalla de las transferencias estatutarias; las páginas y páginas de autofagia que colman en la prensa vasca los partidos, partiduchos y partidículos nacionalistas; el rayo que no cesa de los informativos de Euskal Telebista -con esa sintonía que parece decir: prepárense, que viene la realidad, no vayan a olvidarse ustedes de ella-, todo ello no deja duda de que el conflicto es para ellos el corpus angelicus sin el que no hay salvación. ¡Dios mío!, ¿qué les ocurrirá a todos ellos el día que su alucinación resulte aún más evidente e insoportable?

A todos ellos, sí, pues queda también cada vez más claro que todos ellos son una familia unida y más feliz de lo que aparentan. Tienen, eso sí, problemas de herencias y les preocupa mucho la merma del patrimonio. Me atengo a las palabras de Joseba Permach tras los últimos acontecimientos. Acusa a Ibarretxe y a Balza de utilizar a la Ertzaintza para practicar la violencia. Dice más, dice cosas como que los últimos cambios dados en la conserjería que dirige Balza no van en la buena dirección, sino todo lo contrario. ¿Era la permisividad la buena dirección? ¿Es esa la condición para la buena dirección hacia la paz, o la paz es un señuelo que se esgrime para exigir espacios de impunidad que eternicen el actual statu quo de asedio y provecho? Pasma un poco que uno de los líderes de una organización ilegal dirija estas advertencias de tinte mafioso a los responsables de las fuerzas de seguridad. Si os portáis bien todo irá sobre ruedas, parece decir. Y portarse bien significa cruzarse de brazos o solamente amagar mientras sus muchachos se dedican a cometer los desmanes de estos últimos días.

El paisaje posterior al conflicto se nos anuncia tan novedoso, que todo el mundo se apresta a tomar posiciones. Que el conflicto toca a su fin parece evidente. Otra cosa es que el fin del conflicto, esto es del argumento retórico, vaya a significar el final de ETA. Las aventuras últimas del señor Ibarretxe han mostrado que el consenso estatutario vasco es difícil modificarlo, una experiencia muy similar a la que en estos momentos está atravesando Cataluña. Ibarretxe disparó para arriba, y con su fracaso dejó al descubierto la falacia de estos últimos años. No hay más conflicto que el que se crea al tratar de modificar ese consenso de forma traumática. Lo que queda por ver es cuál es el significado de ETA en ausencia de argumento, cuál ha sido en realidad su significado durante todos estos años. Queda también por ver si podrá subsistir como una mafia al desnudo, libre de humo y pajas y sin más provecho que el que ellos, y sólo ellos, puedan obtener.

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