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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Arriba de nuevo

El transbordador Discovery ascendió ayer desde Cabo Cañaveral rumbo a la Estación Espacial Internacional, en la primera misión tripulada de la NASA desde el desastre del Columbia, su nave gemela, desintegrada sobre Tejas en febrero de 2003 con sus siete tripulantes. La agencia espacial estadounidense espera que los casi 1.500 millones de dólares gastados desde entonces en mejoras de seguridad sean esta vez capaces de asegurar el éxito de un viaje que ya fue abortado hace dos semanas por un fallo en los sensores de los tanques de combustible.

Uno de los objetivos del vuelo comandado por la astronauta Eileen Collins es precisamente verificar la eficacia de las modificaciones de seguridad y ensayar a la vez técnicas de reparación exterior puestas a punto durante estos dos años y medio. La nave dispone ahora de un brazo articulado mucho más largo y complejo que permite a sus cámaras de televisión escudriñar posibles daños en lugares antes inaccesibles, como los que destruyeron el Columbia. El Discovery tiene por delante una corta vida. No tendría mucho sentido gastar cifras astronómicas en su modernización -la lucha de la NASA con sus presupuestos escasos es ritual- si no fuera porque es el único vehículo capaz de transportar hasta la Estación Espacial las grandes piezas necesarias para terminar una plataforma orbital internacional en la que se basan las expectativas de exploración del espacio profundo. La misión fundamental del nuevo vuelo tripulado es llevar suministros y equipos a esta base suspendida y prácticamente parada en su ensamblaje desde que el Columbia llevara en 2003 a los hangares la flota de transbordadores de EE UU.

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El Discovery es muy caro, ha hecho menos viajes de los previstos y sólo puede alcanzar órbitas terrestres bajas. Pero es el eslabón de enlace con el futuro. Bush ha dado instrucciones a la NASA para la jubilación de estas naves en 2010, una vez completada la Estación Espacial Internacional. Será entonces la hora de una nueva generación de astronaves capaces de volver a llevar a seres humanos a la Luna y de catapultarlos desde el espacio a Marte y más allá.

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