Alcaldes del PP contra la Junta
Puede que el encuentro del jueves entre Manuel Chaves y Francisco de la Torre, en San Telmo, sea el último que mantiene un alcalde del PP con el presidente de la Junta. La cita sirvió para encarrilar la salida a algunos asuntos que competen a ambas administraciones y que resultan decisivos para el futuro de Málaga. A tenor de las valoraciones realizadas, De la Torre no se marchó insatisfecho de la cita y puede que en la misma resolviera para sus ciudadanos cuestiones que tienen que ver con la mejora de su entorno y el progreso, en definitiva, de Málaga, que, a fin de cuentas, de eso se trataba.
Sin embargo, las cosas pueden cambiar a partir de ahora. La consigna la ha dado el mismo Mariano Rajoy, quien ha conminado a los suyos en el Congresos de los Diputados a que extremen su labor de oposición en los próximos meses. "Nos tiene que dar igual que nos digan que somos más duros, menos duros, más de derechas o más de centro, exagerados o no" confesó el presidente del PP a sus diputados. Ése es el camino y no sólo vale para los parlamentarios sino, también, para el resto de cargos públicos, incluyendo a los alcaldes populares.
Así están las cosas y no hay margen posible para el desmarque, de ahí que ya los socialistas, pongan el parche antes que la herida y avancen que el PP va a emplear a sus alcaldes en Andalucía contra la Junta con la intención de desgastar al gobierno de Chaves. Aún así, los ediles populares deben ser conscientes del riesgo que asumen si en vez de dedicarse a encontrar soluciones a los problemas que afectan a sus ciudadanos, estableciendo una leal y útil relación con la administración, se dedican al choque directo contra la Junta, siguiendo así las instrucciones de sus superiores.
Hay que tener en cuenta que, desdibujada ya su acción en el Parlamento con un grupo que carece de liderazgo y de peso específico en el debate político andaluz, al PP no le queda más remedio que recurrir a sus alcaldes de las capitales en donde gobiernan. A pesar de ello, deben considerar éstos que entramos en una fase delicada, la de los últimos años de sus respectivos mandatos, que ha de desembocar en unas municipales que, a buen seguro, se van a desarrollar "a cara de perro" dada la trascendencia que tendrán para las autonómicas. Un traspiés en este período o un enfrentamiento estéril con el resto de instituciones puede resultar fatal para alguno de ellos, sobre todo para los que las encuestas comienzan a pintar un escenario poco favorable. Al mismo tiempo, a la Junta no le conviene caer en la tentación de castigar arbitrariamente a determinados alcaldes por el simple hecho de que no sean socialistas. Tal actuación seguro que provoca el rechazo ciudadano y, en su momento, el castigo en las urnas para el correspondiente candidato socialista que se presente.
En esas estamos cuando aguardamos, con escasas esperanzas, a que en esta semana, el PP pida, de una vez por todas, disculpas por la nefasta gestión llevada en tiempos de Aznar en la Zona Franca de Cádiz. La Justicia ya depurará las responsabilidades penales a que hubiera lugar, pero alguien en ese partido debe asumir el coste político que ha supuesto la elección de los nefastos gestores de dicho organismo. Y no sólo eso. A tenor de la contundencia de las acusaciones que se derivan de los informes de los letrados del Estado sobre las tropelías cometidas con dinero público en dicha entidad, también algún que otro dirigente popular debe ya dedicarse a otra cosa por la torpe estrategia de respuesta que ha diseñado en relación con este caso y que, a la larga, no ha podido evitar que el asunto salpique tanto a la alcaldesa, Teofila Martínez, como al mismo Rodrigo Rato, quien les nombró en su día cuando era ministro de Economía.
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