Sin miedo al monstruo
HACÍA FRÍO. Era agosto, pero las temperaturas no subían de los 15 grados. Un inmenso lago de aguas azules y negras se extendía ante nuestros ojos. Imposible resistirse. Corrimos por el muelle mientras nos ajustábamos el bañador y al llegar al extremo nos lanzamos -como se ve en la imagen- sin pensar en la impresión que recibiríamos.
Estamos en Escocia, en el famoso lago Ness. Oriol y yo mismo, Joan Marc -16 años-, viajábamos con muestros padres para visitar castillos y contemplar unos paisajes como no habíamos visto nunca: verde y agua, verde y agua... Mar y lagos y de vez en cuando un chapuzón. En Ullapool, cerca del extremo norte, nos dimos el baño más emocionante. Todo el día habíamos viajado por carreteras muy estrechas -en Escocia es habitual circular por vías de un solo sentido donde si viene algún coche de frente tienes que ponerte en el arcén- y cuando llegamos anochecía. No nos lo pensamos. Cruzamos aprisa la calle y nos tiramos al agua heladísima. Los habitantes nos miraban con sorpresa y aguantamos hasta diez minutos antes de salir tiritando. A la mañana siguiente, en estas mismas aguas vimos nadar a un par de enormes focas.
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