El jazz de casa

Sólo el saxofonista José Gallardo se atrevió ayer a decir al micrófono lo que los representantes de otros conjuntos locales programados en el 40 Festival de Jazz donostiarra confesaban en voz baja. "A día de hoy, pretender vivir del jazz como músico es casi una utopía", dijo. "Es una música que no tiene salida comercial. No conozco a una sóla figura, ni siquiera estadounidense, que haga un macroconcierto como puede hacer un grupo mediano de pop alternativo. Si lo haces bien y tienes suerte, tocando y dedicándote a la pedagogía, puedes vivir como un trabajador corriente".

Gallardo integra junto a Jonathan H. Herrán, Horacio García y Fran Gazol -todos formados en el Centro Superior de Música del País Vasco, Musikene- el Mirall Quartet, uno de los grupos locales con los que el Jazzaldia ha querido compartir su cuarenta cumpleaños. Sólo uno, porque en su cartel ha incluido las propuestas variopintas de más de una decena de conjuntos de casa, y además por derecho propio, como quiso dejar claro Miguel Martín, director del certamen. "Estamos hasta el gorro de que nos pregunten que si se programan o no se programan lo suficiente los grupos locales, que si tienen calidad...", señaló. "Tenemos la inmensa suerte de contar con un elenco de grupos" que son "de enorme calidad". "Mucho más que mil palabras valen los hechos y la programación y, en este caso, la demostración está básicamente el 26 y el 27 en las terrazas del Kursaal".

"Durante el año es prácticamente broma decir que existe el jazz en el País Vasco"

El primero de esos días actuarán a la sombra de los cubos de Moneo The heckler, un grupo de jazz urbano con influencias del rock, el pop y el free y The urban art quartet& Natalia Calderón, conjunto que trabaja un repertorio basado en standards, blues y música brasileña.Un día después les tocará el turno a El Eje jazz group, formación surgida del encuentro de tres estudiantes de Musikene; Jeshmar, un sexteto que funde el jazz con lo latino; ¡Cuidado! Jazz Quintet, Dynamic Trío, Iván San Miguel Sextet... "Hemos intentado dar cabida al mayor número de grupos", explicó Martín, porque todos merecían la pena. Sinceramente, creo que todo esto se debe primero a que hay ganas, interés por esta música. Y segundo, a que existe en este momento en San Sebastián una labor pedagógica seria, coherente, y muchos de estos músicos tienen la ocasión de perfeccionarse".

Miguel Martín no es el único que destaca la calidad del jazz de casa. Lo ha hecho también de facto el saxofonista Phil Woods, ganador de varios premios Grammy y músico de prestigio incontestable que ha trabajado con los pesos pesados del jazz. Este hombre que en 1995 recibió el Premio Donostiako Jazzaldia regresa ahora a San Sebastián para recrear las baladas que grabó Charlie Parker en Bird with Strings.

Y el músico ha confiado para ello en Et Incarnatus, orquesta de cuerda del País Vasco creada en 1996 y abierta a todo tipo de iniciativas. A lo largo de su trayectoria ha participado en proyectos de jazz, pop, música de cantautor, contemporánea... "Para nosotros es un honor tocar con semejante monstruo del jazz", confesó el director de esta formación, el tolosarra Miguel Zeberio. "Esperamos aprender muchísimo de Woods. Porque ese es siempre nuestro objetivo al trabajar y estar en contacto con grandes intérpretes". Et Incarnatus ha tenido que ampliar a 21 el número de músicos para hacer frente a este reto que se materializará el 25 en el auditorio Kursaal.

Dice Gallardo que, como Et Incarnatus, otros de los grupos locales que actuarán en este Jazzaldia podrían competir con "muchas propuestas nórdicas o francesas", aunque nadie conozca ni sus nombres ni el tipo de música que hacen. Por eso, porque en ocasiones viven a la sombra, todos celebran esta oportunidad. "Para nosotros es increíble estar tocando en el festival de Donosti", confiesa Jon Celestino, de Amama Luisa Brass Band, banda inspirada en el sonido de las orquestas callejeras de Nueva Orleans de los años 20, la época del dixieland y la fusión con otras músicas. "Pero los festivales son un simple escaparate", continúa. "Durante el año es prácticamente broma decir que existe el jazz en el País Vasco". Ixak Oiartzabal, de Jeshmar, lo confirma. Su grupo, formado básicamente por músicos que viven de la enseñanza, sólo ofrece entre 20 o 25 conciertos al año. "Al final, esta es una música de consumo propio", afirma. Jeshmar trabaja un repertorio de standards y temas propios, tirando de influencias latinas. A veces lo hace en castellano, otras en euskera. "Queremos acercar grandes clásicos a la gente, porque aún hay quien no ha escuchado La chica de Ipanema".