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NUEVO GOLPE EN LONDRES

Cuatro bombas siembran el caos en Londres

Una cadena de atentados con explosivos del mismo tipo que el del 7-J golpea tres estaciones de metro y un autobús

Guillermo Altares

En el momento en que su vagón de metro estaba llegando a la estación, Sofian Mohellebi, de 35 años, creyó que iba a morir cuando, tras escuchar una pequeña explosión, empezó a percibir un "fuerte olor a quemado". En medio del caos, salió a la calle en la estación de Warren Street, en el centro de Londres. Dos semanas después de los atentados del 7-J, la red de transporte público de la capital británica se vio sacudida de nuevo por una réplica del ataque: se produjeron cuatro explosiones casi simultáneas, tres en estaciones de metro, que fueron evacuadas, y otra posterior en un autobús. Las bombas no llegaron a estallar completamente. La policía sólo informó de la existencia de un herido.

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El jefe de Scotland Yard, Ian Blair, aseguró que hubo "un intento de causar explosiones serias" y que "el objetivo era matar". El responsable de la policía metropolitana no quiso hablar de "caza del hombre" en Londres, pero, junto al alcalde de la ciudad, Ken Livingstone, hizo un llamamiento a la colaboración ciudadana "para encontrar a aquellas personas implicadas en los ataques". Varios testigos describieron al menos a dos personas con mochilas que huyeron corriendo del lugar de los hechos. La policía informó de que dos personas fueron detenidas, una cerca de Downing Street -que fue puesta en libertad sin cargos en la madrugada de hoy- y otra en las proximidades de la estación de Warren Street, pero se negó a precisar si los detenidos están relacionados con los ataques.

"Lo que puedo confirmar es que hay cuatro escenarios en los que se han producido intentos de hacer estallar artefactos explosivos", señaló el comisionado Blair, que pidió "tiempo" antes de comentar cualquier detalle. El jefe de Scotland Yard aseguró más tarde que la investigación se movía "a una gran velocidad", ya que la policía científica estaba analizando los cuatro escenarios de los ataques. No se pronunció sobre el tipo de explosivos utilizados, sobre si se trató sólo de detonadores o de bombas fallidas, pero las cadenas de televisión Sky News y BBC aseguraron anoche que el explosivo utilizado era similar al del 7-J, aunque las bombas fallaron por algún motivo.

Los incidentes tuvieron lugar en torno a las 12.38 (13.38 hora peninsular española) en las estaciones de metro de Warren Street (centro) y Oval (sur), donde se produjeron pequeñas explosiones, mientras que en la estación de Shepherd's Bush (oeste) una persona intentó hacer explotar la carga de una mochila sin conseguirlo, según los testigos. Una hora después, al igual que ocurrió el 7 de julio, en un autobús de la línea 26 en Hackney (este) se produjo algún tipo de explosión, aunque la estructura del vehículo quedó intacta. Sólo los cristales de la parte superior resultaron dañados. En las estaciones de Warren Street y Oval, miembros de las fuerzas de seguridad vestidos con trajes especiales de protección realizaron análisis en busca de restos químicos o radiactivos.

Los atentados paralizaron la ciudad. Los cordones de seguridad eran muy amplios. A las 13.25, cinco líneas de metro fueron cerradas, mientras la ciudad se sumía en una nueva jornada de caos, con miles de personas caminando por las calles en busca de taxis o amontonándose ante las paradas de autobús. Dos líneas de metro y tramos de otras dos seguían sin servicio anoche.

Un hospital situado a escasos metros de Warren Street fue acordonado inmediatamente después de la explosión y varios miembros de las fuerzas especiales de la policía entraron en busca de un sospechoso. Cuatro horas más tarde permitieron la salida del edificio. Los primeros testigos aseguraron que se buscaba a una persona asiática de piel muy oscura que habría entrado en el centro instantes después del incidente. "Nunca he visto a tantos policías en mi vida", dijo una trabajadora del hospital.

La extraordinaria similitud con los atentados del 7-J, que causaron 56 muertos y 700 heridos, no parece una casualidad. La policía barajaba anoche la hipótesis de que los atentados de ayer fueran causados por cuatro simpatizantes de Al Qaeda, llevados por un efecto imitación, pero sin medios para conseguir o fabricar explosivos. Aunque también pudo tratarse de un comando, quizás perteneciente a la misma red que el primero, pero con bombas que por algún motivo no estallaron. Ian Blair reconoció la similitud, aunque aseguró que aún era "demasiado pronto para saber si están directamente relacionados".

Un análisis del instituto de seguridad Stratfor aseguraba ayer: "Este ataque tenía un objetivo psicológico: romper la confianza en el sistema de transportes y en la capacidad de las autoridades para proporcionar seguridad".

Todavía muy nervioso, a pocos metros de un cordón policial, Lawrence Wahland, un sueco de 43 años que lleva 7 en Londres, relataba que estaba bajando hacia la estación de Warren Street cuando comenzó a escuchar gritos. "Decenas de personas venían del metro gritando que había que evacuar la estación en medio de una enorme confusión. De repente comenzaron a llegar policías de todas partes y se pusieron a ayudar a la gente, pero también a filmar y a fotografiar a los que estábamos saliendo de allí. Entonces me di cuenta, y creo que la gente que me rodeaba también, de que el responsable del ataque podía estar entre nosotros, que quizás podía hacerse estallar", explicaba Wahland.

Varios policías apuntan con sus armas a un sospechoso en el distrito de Whitehall de Londres, donde se encuentran los principales edificios del Gobierno británico.
Varios policías apuntan con sus armas a un sospechoso en el distrito de Whitehall de Londres, donde se encuentran los principales edificios del Gobierno británico.EFE

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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