Tribulación en una terraza
Me he sentado en una terraza de un restaurante-cafetería a tomar una cerveza con un amigo. Se ha acercado el camarero (el dueño) con esta guisa: camisa blanca llena de manchas de grasa, sudoroso, chupándose los dedos.
Displicente, nos ha preguntado qué íbamos a tomar. Pedimos y al cabo de unos minutos regresa con la bebida.
Observamos que tiene sangre en la mano. Cuando vamos a coger la copa en la que ha servido la bebida vemos que hay sangre en el cristal. Atónitos, dejamos de beber, pagamos y nos vamos de allí.
¿Tendríamos que haber solicitado el libro de reclamaciones? Lo pensamos, pero... ¡Si fuera un caso aislado!
Desgraciadamente, cada día es más frecuente que el consumidor sea víctima de la falta de profesionalidad en este tipo de establecimientos en los que la manipulación de alimentos debe ser exquisita, aunque sea la tasca más barata de la ciudad...
¿Por qué no hay controles más estrictos por parte de las autoridades competentes.
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