El Ayuntamiento se felicita por las World Series, los comerciantes se interrogan
La primera edición del circuito urbano de Bilbao ha suscitado reacciones enfrentadas. El Ayuntamiento se declaró ayer "muy satisfecho" por las carreras, aunque trasladó a septiembre su decisión de repetir o no la experiencia, tras comprobar que hayan beneficiado "al conjunto de la ciudad".
En cambio, los comerciantes sacaron ayer conclusiones de las World Series muy diversas, según su actividad y localización respecto al circuito. Las reacciones van del encanto a la cólera, pero una mayoría observa un aumento de sus ventas, aunque menor que él previsto. Los hoteles figuran entre los que más se han beneficiado del evento, aunque con diferencias importantes según su distancia del circuito
Los ciudadanos se dividen entre los adversarios del ruido y de las molestias impuestas por los bólidos, y los que creen que las carreras benefician a Bilbao."Nos preparamos para la venida de 200.000 hooligans, pero no fue para tanto". Daniel Herce trabaja en una tienda de hamburguesas a 100 metros del puente de Deusto, donde el domingo pasado pasaban los coches de las World Series. En este restaurante como en el Sub-Way vecino, anticiparon más clientes de los que vinieron, y prepararon demasiada comida: "Sí aumentó la clientela, pero sólo de un 20 %", calcula Josune Olano, la dueña del fast food. En muchas tiendas de ropa de Gran Vía, se registró una actividad normal, con mucha gente mirando los escaparates, pero poca comprando.
Las carreras también provocaron fluctuaciones de ingresos más extremas, para bien o para mal. Hubo hoteles que llenaron todas las habitaciones, como el Dómine o el Miró, y otros, más alejados del circuito, sufrieron "una reducción importantísima", debida a las dificultades de acceso, según la Asociación de Hostelería de Bizkaia.
La organización dice no haber recibido más que "quejas y críticas" de sus afiliados, pero ayer consideró "más que probable que aquellos que han tenido un resultado económico aceptable, bueno o muy bueno no se hayan manifestado". También subrayó que "la clientela ha sido más de bolsa de avituallamiento y de fast-food que de gasto en restauración". Un dato confirmado por la tienda de kebab de la Alameda Mazarredo, que vendió ese fin de semana un 40% más que de costumbre.
En la misma calle de Elcano, un peluquero se muestra "encantado" de un aumento del 40%, mientras que Lucio Rodríguez lamenta que su bar estuviera tapado por las vallas del circuito durante todo el fin de semana. El dueño, que se queda con sus diez barriles de cerveza llenos, habla de "la mayor putada que podía hacer el Ayuntamiento a la hostelería".
La disparidad de opiniones también se extendía a los no afectados. Una anciana de Santurtzi defendía las World Series, "porque pueden mejorar la imagen de la ciudad", mientras que una transeunte más joven se quejaba de tal "bilbainada".
"Una ducha fría"
El Ayuntamiento bilbaíno pidió ayer moderación: "Que nos tomemos todos una ducha fría". Quiere analizar los resultados económicos y de proyección internacional con los partidos, verificar que hay un consenso sobre el circuito, aunque ya sabe que no habrá unanimidad, y decididir en septiembre si se repite o no la experiencia en 2006.
El más optimista fue el promotor del proyecto, el concejal de Economía, Ricardo Barkala, quien se mostró ayer "muy satisfecho", y pensaba añadir "10.000 o 12.000 gradas" si se repetía la operación el año que viene. Desde la oposición, el PSE-EE hizo ayer un balance "muy positivo" de las carreras, pero exigió que se aclare la "rentabilidad social", y el PP pidió que se apueste ahora por la formula 1, ya que "Bilbao no tiene nada que envidiar a Mónaco".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.