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Un desarrollo controlado en varios frentes

La Caja Vital es la más atípica de las tres. Es la más pequeña, la menos nacionalista y la que peor lo ha pasado, sobre todo a principios de los años noventa. La fusión de la Caja Municipal de Vitoria con la provincial de Álava se hizo con la losa de unas inversiones fallidas, que pesaron mucho en las cuentas. Ahora son otros tiempos: gana 50,7 millones, (un 7,35% más), gestiona un crédito de 4.007 millones, una subida del 14,93%, y tiene una tasa de morosidad del 0,55%. Los planes de Gregorio Rojo, el nuevo presidente, son más modestos que los de sus colegas vascos. Incluyen entrar en empresas para equilibrar las hipotecas, que representan el 74% del crédito, ofrecer más productos y asesorar más a los clientes.

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