Olazábal, un reserva de lujo
El jugador español es la gran amenaza de Tiger Woods, al que se acercó ayer a dos golpes
José María Olazábal, hace una semana, no tenía derecho a estar en el Open: "Di un telefonazo a la organización y me dijeron que era el primer reserva. Pensaba verlo por televisión desde casa". A falta de una jornada, la última, es segundo en la clasificación con -10, a dos golpes del líder, el Tigre, que redujo su velocidad de crucero ante la irrupción del viento. Un viento que, según Sergio García, quinto a tres golpes de la cabeza ha transformado el doméstico campo escocés en el "verdadero San Andrews, el fiero Saint Andrews"
Olazábal y Woods son muy distintos. Incluso a simple vista. El español es de mediana estatura y de complexión frágil, con los brazos delgados y los hombros relativamente estrechos para ser un deportista de élite coronados por una cabeza de generosas proporciones. Tiger es enorme, muy alto, longilíneo, con las espaldas muy anchas y la cabeza chiquitita como un huevo. "He mejorado levantando peso en sentadilla para potenciar mi drive", se sincera Olazábal, "pero Woods levanta una pila de kilos más que yo, que le he visto en el gimnasio", dice el jugador guipuzcoano. La traducción en metros de distancia con las maderas es sideral.
Pero Txema, campeón del Open Baby, del juvenil y del Amateur -sería el primer jugador en conseguir ganar el campeonato en todas las categorías y, además, nunca nadie le podría igualar porque el campeonato infantil ya no se disputa- está contento con su pequeña mejora en las grandes distancias. Una mejora para la que lleva encerrado prácticamente todo el año en un gimnasio con un programa intensivo de pesas. "Hay que ejercitar el tren superior", dice, sentado en unas escaleras de hierba artificial, con una sonrisa tímida. "Tiger no es infalible, tiene que jugar", ahuyentaba el español la idea de que el triunfo del estadounidense está escrito en las estrellas. Woods nunca ha perdido un torneo en el que llega como líder a la última jornada. "Para cuando se retire, seguro que se acuerda de unos cuantos torneos que perdió en el día final", bromea Olazábal, aún sentado en la pequeña escalinata por la que ha escapado de la rueda de prensa. "¿Qué clase de pregunta es la de que si puedo ganar o no?", se reía medio en broma medio en serio Woods. "Si no pensase que voy a ganar no me presentaría en la salida", zanjó el asunto cabalístico.
"¡¡¡Ollie, Ollie!!!", el nivel de decibelios que alcanza el público escocés animando a Olazábal sólo es comparable al que genera el ídolo local, Colin Montgomery, tercero con -9 -en realidad, nada es comparable al ruido de fondo favorable a Monty, que incluso arrastra a unos singulares fans que cubren su pelo real con unas pelucas rizadas para imitar el tocado afro del escocés-. Lo más curioso, es que Olazábal ganó su Open amateur en la final ante Montgomery -este torneo se disputa por eliminatorias-. "Es el mejor público del mundo y el respeto que nos tenemos es mutuo", dice Olazábal.
"Me lo estoy pasando muy bien esta semana", una semana en la que "creía" que no iba a estar, asegura el jugador de Hondarribia. García sigue la misma consigna. La idea es pasárselo bien. La presión en el mundo del golf es muy alta. El aspecto psicológico tiene una relevancia extraordinaria. "Intento no tomármelo tan en serio, no dar tanta importancia a las cosas", confiesa Sergio. "Tengo mucho mérito", decía en pleno discurso de su terapia el Niño, que apreció que la aparición de "la brisa marina" había puesto "a cada uno en su sitio" y habían emergido los "jugadores de verdad", como él mismo, el surafricano Goosen, Montgomery y, desde luego, Olazábal y Woods.
Estos dos últimos tomarán hoy la salida juntos. A Olazábal le parece muy bien, porque ambos jugadores, al parecer "congenian". Lo único que le molesta de tener al estadounidense como pareja de baile -como ya sucedió en las dos primeras jornadas del torneo-, es el "ruido que hace la gente cuando pasa, pero eso en Escocia no sucede, así que estoy encantado de compartir partido con él". "Ollei es un gran amigo", devolvía la cortesía el Tigre. Ayer, Olazábal compartió encuentro con Allenby. En el hoyo siete, el australiano perdió su bola en un abigarrado montón de mata baja. Olazábal fue corriendo a meterse entre los arbustos para ayudarle. Mr. Strachan, el árbitro, cuando los dos jugadores y otras 15 personas estaban en el interior del seto, gritó: "Últimos veinte segundos". Allenby tuvo que repetir el golpe y sumar dos de penalización. Pero Olazábal hizo su buena acción del día.
Resultados: 1. T. Woods (EE UU), 204 (-12). 2. J. M. Olazábal, 206. 3. R. Goosen (Sur.) y C. Montgomery (Esc.), 207. 5. S. García y B. Faxon (EE UU), 208. 66. M. A. Jiménez, 217.
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