La larga marcha en el Sáhara
Los medios de comunicación españoles están prestando una gran atención a los últimos acontecimientos que se están produciendo en el Sáhara. Esta situación favorecerá el respeto de los derechos humanos de los activistas saharauis, que se enfrentan a penas desmedidas (hasta 20 años de cárcel), cuando su único delito es la defensa de la legalidad internacional. Y servirá para que tomemos conciencia del drama de 200.000 seres humanos expulsados de su tierra hace 30 años y que sobreviven en medio del desierto argelino.
Gracias a EL PAÍS del lunes 4 de julio hemos podido comprobar que la sociedad marroquí no es monolítica. Abdellatif Laâbi plantea una profunda reforma constitucional en el reino de Marruecos que dé cabida a un Sáhara con amplios niveles de autogobierno. No reconoce el derecho de autodeterminación del pueblo saharaui, pero su postura abierta al diálogo es un paso imprescindible para avanzar en la búsqueda de una solución aceptable para las partes. Me gustaría saber qué nivel de apoyo tiene este punto de vista entre sus compatriotas.
Y aquí, en casa, se intuye una posición más comprometida por parte de nuestro Gobierno. O tal vez sea únicamente que nos gustaría ver cómo España desempeña el papel que nos corresponde en la resolución de este conflicto.
Y mientras tanto, yo y otros muchos seguiremos cooperando con Ujsario (la asociación de la juventud saharaui) en la construcción de centros juveniles en los campamentos de refugiados de Tinduf, en la organización del Congreso de la Juventud que se celebrará este otoño, convocando actividades que sirvan para recuperar la memoria histórica en los niños y niñas que jamás han visto la tierra de sus abuelos..., dando una opción formativa a su ocio.
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