Trabajos en movimiento
El Inem constata un aumento de la movilidad geográfica, que en 2004 afectó a casi dos millones de trabajadores
Trabajar en una provincia y residir en otra. Es un fenómeno minoritario pero creciente del mercado laboral español. El Observatorio Ocupacional del Inem contabilizó el año pasado casi dos millones de este tipo de contratos, la mayoría de ellos temporales, lo que supone un 15% más que en 2003. El colectivo crece de forma sostenida desde el año 2000 y la tasa de extranjeros duplica la nacional.
El análisis subraya que la movilidad entre los extranjeros duplica a la española. El grupo más numeroso es el de marroquíes
La gran mayoría de los trabajadores españoles tiene su residencia en la misma localidad donde está su centro de trabajo. Pero hay al menos 1.852.099 que vive a caballo entre dos provincias. Al menos sobre el papel. Este dato, último oficial y correspondiente al año 2004, supone un incremento de la movilidad interprovincial del 15% con respecto al año anterior. Hay también 1.171.446 empleados que tienen su vida dividida entre dos comunidades autónomas, un 17,6% más que en 2003.
La tendencia es clara. Y se mantiene con pequeños crecimientos desde hace cinco años, cuando eran 1.316.023 los ciudadanos los que cambiaban de provincia para trabajar.
Las dos grandes ciudades españolas, Madrid y Barcelona, son los dos grandes focos de atracción de trabajadores de otras regiones y aglutinan el mayor número de estos contratos, con 287.982 y 148.663, respectivamente. En el otro extremo está Andalucía, el gran exportador de mano de obra, con un 20% de los trabajadores en esta situación.
Estos datos no significan necesariamente, sin embargo, que haya casi dos millones de profesionales obligados a desplazarse de una provincia a otra todos los días para trabajar. El criterio para considerar que alguien tiene uno de estos contratos es su residencia legal y la de su centro de trabajo, explica José Prudencio López, del equipo de investigadores que sobre esta cuestión se ha creado en el Observatorio Ocupacional del Inem. "No estamos hablando de un desplazamiento fijo; no implica cambio de residencia", subraya el investigador desde Valladolid.
La estadística incluiría, por ejemplo, a un controlador aéreo con base en Logroño que hubiera alquilado un piso en la ciudad riojana pero que no hubiera notificado al servicio público de empleo el cambio de residencia.
La gran mayoría de estos contratos son firmados por hombres -dos de cada tres- y tienen carácter temporal: "Sólo el 10% son fijos", calcula López.
Hay que tener en cuenta que entre estos trabajadores están aquellos que participan en actividades muy estacionales, como las campañas de recogida en el campo español, o actividades de hostelería y turismo, que viven un boom durante los meses de vacaciones. De hecho, aunque el análisis del observatorio no incluye datos desagregados de estacionalidad, algo que hará en el futuro según José Prudencio López, las tasas más altas de temporalidad se registran en los sectores de construcción (21,6% del total) y agricultura (13,6%). Más de la mitad de los desplazamientos corresponden a trabajadores del sector servicios.
Hombres sobre todo
El perfil de estos trabajadores es el de un hombre (dos de cada tres) de entre 25 y 34 años (41,7% de los trabajadores) con estudios. Casi la mitad de ellos han acabado la enseñanza secundaria o estudios superiores y aunque sólo el 10,1% tiene un título universitario, en términos relativos los que han pasado por la universidad son los más proclives a trabajar en otra provincia: el 15,3% de los contratos firmados por universitarios.
El análisis de los datos por comunidades autónomas es revelador y refleja el desequilibrio del mercado laboral español. La presencia de trabajadores desplazados es especialmente importante en La Rioja, donde uno de cada cinco contratos son de este tipo. Le siguen Castilla-La Mancha (15,9%) y Baleares (13,8%). En el otro extremo está Andalucía, con sólo el 2,7% de los trabajadores en esta situación. Diez comunidades autónomas tienen un saldo de movilidad positivo, es decir que reciben más trabajadores de los que envían. En la situación contraria están Andalucía, Castilla y León, Extremadura, Castilla-La Mancha, Galicia, Asturias, Canarias y Ceuta y Melilla.
Algunos de estos contratos tienen ventajas fiscales. En el caso de los que firman parados inscritos en el Inem, éstos se benefician de una reducción variable, similar a la que existe por cuidado de los hijos o por discapacidad, en el impuesto de la renta. La cantidad depende del sueldo, es idéntica en todas las comunidades autónomas y varía entre los 2.400 euros y los 3.500 euros, explican en el Registro de Economistas Asesores Fiscales.
El doble de extranjeros
La falta de movilidad es una rémora tradicional del mercado laboral español. Las últimas reformas laborales han intentado estimularla como una forma de compensar los desequilibrios entre las distintas regiones. Esto puede haber empezado a cambiar, en buena medida gracias a los trabajadores extranjeros, que parecen más dispuestos a moverse. El estudio constata "un nivel de desplazamiento superior entre los trabajadores extranjeros, con una tasa de movilidad que duplica la española".
Entre ellos, el grupo más numeroso es el de ciudadanos marroquíes (374.423 contratos en 2004), seguidos de ecuatorianos (285.510) y colombianos (141.548). Tres de cada cinco desplazados extranjeros se emplean en la agricultura y la construcción y sus destinos principales son la región de Murcia, la Comunidad Valenciana y Andalucía.
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