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Crítica:CRÍTICA | JAZZ
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un proyecto ambicioso

El pianista valenciano Albert Sanz (1978) presentó el disco El Fabulador, un proyecto encargado por el Institut Valencià de la Música con motivo del Festival de Xábia del verano pasado. Con respecto a su estreno y a la grabación, han variado la rítmica y el trompetista. Pero el resultado es similar. Se trata de una apuesta muy ambiciosa y nada habitual dentro de los parámetros del jazz. Sanz ha intentado abordar una escritura compleja, ejecutada por un amplio conjunto instrumental sui generis. Subyace una aprehensión de ciertos procedimientos de la música clásica, que remite a la Third Stream. Aquella corriente intentó aunar el jazz y la música culta europea, en obras de John Lewis o Gunther Schuller.

Albert Sanz y los Once Dedos

Albert Sanz (piano), Voro García (trompeta), David Estruch y Rafa Mira (trompas), Toni Belenguer (trombón), Perico Sambeat (flauta, saxo alto), Javier Vercher (clarinete, saxo tenor), Vicente Macián (saxo tenor), Pau Doménech (clarinete bajo), Dimitri Skidanov (contrabajo), Joe Smith (batería), Mamen García (voz). Serenates Musicals Claustre Universitat de València - La Nau. 6 de julio de 2005.

En un camino tan arriesgado, es lógico que los resultados no siempre estén logrados. En algunas piezas, la escritura orquestal está poco contrastada y no aprovecha la diversidad instrumental. Los unísonos y las líneas pecan, a veces, de excesiva uniformidad y falta de diversificación. Y, en momentos puntuales, hay caídas de swing. Pero, en otros, como en Racha, Sanz ha creado un atractivo sustrato sonoro, bien delineado melódicamente, que envuelve y arropa el lírico solo del trompetista Voro García. El conocido bolero La Barca es interpretado con desgarro por su madre Mamen García y el obbligato del trombonista Toni Belenguer prolonga adecuadamente el tono melancólico imperante. Además, Sanz presentó otra composición propia, La Petite, y un blues de su padre, el músico Vicente Sanz Biosca. Además del propio líder, los tenores Joaquín Vercher y Vicente Macián se mostraron fogosos, explotando la inmensa herencia de Coltrane. Y Perico Sambeat siempre suele ser una garantía de buen hacer e inteligencia musical. En cierta manera, él ha tutelado a la nueva generación de jóvenes jazzistas valencianos. Los frutos ya están ahí. Y Albert Sanz es una de las más consistentes realidades del jazz en España, de cuya proyección cabe esperar mucho.

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