"El que lucha por salir adelante tiene que blindar su ego"
Pasiones, celos, envidias, dos familias enfrentadas y el amor como motor. Aunque el argumento parezca sacado de la insufrible sobremesa televisiva y sus culebrones, el joven escritor Andrés J. Reina (Tánger, 1973), convierte estas claves en un personal cóctel que enriquece el resultado de su primera novela, Yoshiwara, publicada en Andalucía Abierta. Después de quedar finalista del premio Fernando Lara en 2003, la novela sale a la calle. Relata las andanzas de dos jóvenes soberbios y apasionados de dos familias enfrentadas, terratenientes y actores, con el mito romántico de fondo, y a los que Reina otorga un discurso con el poso necesario para que el empeño sea tomado en serio.
Pregunta. Para ser su primera novela, Yoshiwara resulta una obra muy ambiciosa.
Respuesta. El proyecto era crear una novela al estilo de las grandes novelas rusas que se perdieron con el comunismo como Anna Karenina. Una apuesta por un tipo de literatura olvidada y que tiene al lector como protagonista. Para que fuera una novela valiosa en cuanto a estilo, busqué que pudiera girar a una novela filosófica tipo El lobo estepario, y a su vez una novela romántica con elementos de la literatura de ideas. Si el mecanismo está bien diseñado, la obra merece la pena y cumple. Cumple con el disfrute de la lectura y al tiempo con el pensamiento que apela a la figura intelectual del lector.
P. ¿En qué consistía esa mezcla de intenciones?
R. Una figura romántica, un personaje interesante y un devenir de la historia en clave filosófica que le da un peso, sin que pretenda filosofar con la novela, sólo hacerla más valiosa. Es un intento de hacer una novela total. No pretendo decir que lo haya conseguido, pero el intento ya me acerca.
P. ¿No le parece osado por su parte el intento de novela total?
R. No conozco ningún escritor que no sea osado. Todas las novelas lo son y si un escritor intenta lograr una novela de medio pelo, es lo que conseguirá. Si tratas algo más, tendrás algo más. Si un escritor trabaja, siempre tiene su momento.
P. Como su héroe romántico.
R. Es una novela que busca el disfrute, y no hay que ser excelso para lograrlo. Son las idas y venidas de un personaje, un héroe romántico al que le tomas simpatía y con el que te diviertes. El lector se enfrenta a los grandes temas por seguir a ese personaje, busca y encuentra respuestas. Como en toda novela romántica, el destino tiene mucho que decir.
P. La acción no se interrumpe aunque haya pensamiento.
R. Como sucesión de hechos, está vertebrada como una historia de amor. Cuando los hechos adquieren determinado peso, el que los vive tiene que reflexionar, y como hablamos de una novela, actuar. El protagonista lucha contra su destino frente a la naturaleza. La capacidad contra lo que no puede controlar. Cómo enfrentarse a eso. De ahí vienen muchas de sus reacciones y nace la figura del hombre romántico que hace introspección y, como dice Kundera, las novelas ya no hablan de las peripecias, sino de lo que ocurre en la aventura de ser hombre. El hombre romántico es una figura que nace cuando no se sabe mucho del hombre.
P. ¿Le dio miedo darle protagonismo al héroe romántico, en parte denostado?
R. Siempre tuve claro que quería una novela, no filosofía, y no trato de ir más allá. La novela está localizada en una Europa actual contemplada bajo un cristal de color que distorsiona los lugares, políticas y las naciones, y le da una intemporalidad. Me da libertad, y así consigo no estar atado a una forma de pensar actual y todo está un poco distorsionado.
P. ¿Cómo definiría a su controvertido protagonista?
R. El personaje de Arkadi es muy interesante, como un Juan Tenorio traído a los tiempos actuales y con ganas de pelearse con todo el mundo, hasta el punto de que a más de un lector le resultará antipático al ser tan chulo. En la vida a veces hay que ser consciente de que eres un ser humano y tiene uno que aceptar las cosas pero también rebelarse contra ellas como el héroe romántico.
P. La réplica se la da el personaje femenino, Asia, también de armas tomar...
R. Para que la novela funcionara, sabía que el lector tenía que querer ser como Arkadi, y tenía que querer a una chica como Asia, que es la contrapartida de Arkadi, un personaje que gustará más a los hombres que a las mujeres, que pudieran sentirse un poco celosas.
P. Su protagonista anda muy sobrado de ego, ¿qué tal anda usted de ego?
R. Yo, sobrado, pero para mi novela. Mi ego no importa porque es una regla de supervivencia para el que quiera ser escritor, el tener no un ego grande, pero sí blindado. Aunque uno sea egocéntrico, lo poco que lo sea no se lo pueden tocar. Sólo el escritor que haya triunfado sobradamente, puede ponerse una chilaba y permitirse el lujo de pasear por la calle sin ego alguno. El que lucha por salir adelante tiene que blindar su ego.
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