La nueva hostelería 'erasmus'
Pubs, discotecas y cafeterías se reinventan para atraer a los universitarios extranjeros
Pensar que en Valencia podía existir una vida nocturna entre el lunes y el jueves era absurdo hasta hace poco. El personal local, desde hace años concentra sus salidas en viernes y sábados. Pero, con la creciente llegada de estudiantes extranjeros, la mayoría adscritos al programa europeo Erasmus, esto ha ido cambiando de manera apabullante. Sólo en la Universitat de València, en el período de 1997 a 2004, se pasó de 530 a 1.274 jóvenes erasmus, cifra que suponía casi la mitad de los 2400 extranjeros matriculados durante ese año. "Una parte representativa de ellos se toman su estancia aquí casi como un año sabático", explica Pilar Blanco, que ha formado parte del servicio de atención al estudiante Erasmus en la facultad de Filología.
Impregnados de todos los tópicos posibles respecto a la parte mediterránea de España -leyendas ardientes de sol, fiesta y sexo para todos-, los estudiantes extranjeros se han desparramado por la noche de Valencia, una ciudad asequible por tamaño y precio, y que tiene entre ellos fama de abierta, cordial y turística.
"Este año se han vinculado tanto que han revitalizado sectores hosteleros que estaban muy muertos", explica Germán Valenzuela, presidente de la Asociación de Pubs de Valencia . "Salen mucho, como si no quisieran que su estado de gracia se agotara", explica. Valenzuela es propietario de un local muy conocido, Black Note, especializado en música negra, y en él organiza los domingos una exitosa jam session para erasmus. "Yo trabajo con esta clientela desde el año 93, cuando sólo veías rondar por la noche unos 50". Según él, en el año 97, "el número de clientes ya empezó a aumentar, y una discoteca de Blasco Ibáñez, Warhol [rebautizada como Murray Club], organizó fiestas entre semana que se llamaban Guiriland".
Se trataba, claro, de hacer rentable noches tan imposibles como la de los miércoles. "En este sector, la imitación es habitual, y poco a poco, todos los locales fueron pensando en el público guiri, hasta el momento actual, en que hay una explosión". Las galas de dj's extranjeros, las sesiones de flamenco, y hasta ciertas rave parties ilegales, tienen presente el circuito erasmus.
Por una parte, en su propensión hedonista, los estudiantes se han adaptado a las posibilidades que más les recuerdan a su país. "Aquí, por ejemplo, vienen a escuchar música electrónica sobre todo los alemanes, que están muy acostumbrados al tecno", explica Jesús Ortega, responsable de Le Club, espacio dedicado a la vanguardia sonora. "No tienen mucho dinero, pero no se van hasta el amanecer", describe.
Y, paralelamente, se ha producido una enorme adaptación hostelera a los nuevos gustos internacionales. Promotores de fiestas autóctonos se alían con estudiantes europeos para arrastrar al público a sesiones de discotecas pensadas según la nacionalidad: para los anglosajones, más rock, para los italianos, más house.
"Los italianos son los que arman más bulla y aman el ambiente disco", dice Valenzuela. Italianos y franceses son los más habituales en Valencia. "Los ingleses, en cambio, son más normalitos, llevan más un rollo grunge".
No faltan opciones petulantes que ofrecen glamour metrosexual a precio asequible, y que atraen a los jóvenes extranjeros a locales frecuentados por jugadores del Valencia. Y, como en epidemia, diversos locales -antes pachangueros- organizan ahora sesiones de hip-hop bailongo y de R&B, que es como se conoce al soul urbano en Francia y en distintos lugares de Europa y América. Los dj's de estas disciplinas, que antes eran marginales, ahora ganan preponderancia en Valencia. Así es la globalización.
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