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Los misterios de la contabilidad del gigante eléctrico

El diario económico Les Echos se interesaba el pasado 27 de junio por la contabilidad de EDF, que se les antoja misteriosa. El ejercicio 2004 se cerró de manera brillante, con unos beneficios de 902 millones de euros. Visto un poquito más de cerca, el balance desglosado en tres grandes apartados -producción, transporte y distribución- nos descubre que el apartado de producción, a pesar de que entre el 70% y el 75% de la energía consumida en Francia es de origen nuclear y nacional, pierde 99 millones de euros, pocos comparados con los beneficios totales y aún menos si los relacionamos con las pérdidas sectoriales de 2003, que alcanzaron los 868 millones.

La explicación oficial es que "la regla general nos obliga a presentar cuentas disociadas y eso nos lleva a incluir bajo el epígrafe producción las cuentas de participación internacionales, lo que explica las pérdidas de 2004". Es cierto que EDF en Argentina o Italia ha atravesado un mal año, pero otras voces señalan "que lo sorprendente es que EDF gane dinero en los dos apartados no abiertos a la concurrencia y lo pierda en el que sí está ya abierto a competidores privados".

La Comisión de Regulación de la Energía (CRE) está convencida, tras efectuar una auditoria, de que "la actividad de producción, que integra la comercialización, es deficitaria y la subvencionan a través de las tarifas de acceso a las redes de transporte y distribución". Es decir, que EDF le cobra a la competencia un sobreprecio para que luego ésta, cuando va a comercializar su energía ante los clientes, se encuentre con que no pueden venderla más barata que EDF, que lo hace a pérdidas gracias a lo que acaba de sacarles a ellas. EDF, al igual que GDF, no piensa renunciar de momento a las ventajas del monopolio y se plantea "fidelizar la clientela a través de la oferta de multiservicios", a saber, el mantenimiento, el estudio de las necesidades energéticas reales del cliente y la posibilidad de llegar a acuerdos contractuales beneficiosos de carácter bilateral, es decir, con EDF y GDF al mismo tiempo.

Francia, que ha sido excedentaria en materia de producción eléctrica, se inquieta ante la congelación de la construcción de cualquier nueva central nuclear. La gasolina cara podría ayudar a poner de nuevo en marcha el discurso de la necesidad de "una independencia energética", siempre bien recibido y más aún tras el no a la Constitución europea. Por su parte, GDF ya ha anunciado que no quiere seguir siendo tan dependiente del extranjero y que, además de diversificar los proveedores, espera pasar en un plazo de cinco años del 10% de producción nacional a un 15%.

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