Un agujero negro
Cada vez con más prontitud, el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio (MITYC) publica los datos de comercio exterior. Unos datos que se originan y procesan en el Departamento de Aduanas de la AEAT, que pasan luego por la Secretaría de Estado de Economía, donde elaboran los Índices de Valores Unitarios (IVUs), y que acaban publicándose por el MITYC, quien se pone la medalla. Curioso reparto de competencias. Claro que, últimamente los datos de comercio exterior no son precisamente una medalla, sino una cruz. Sólo dos cifras: en 2004 el déficit comercial aumentó un 31% y en los cuatro primeros meses de 2005 lo ha hecho en un 42%. Es como el agujero negro de la economía española, en el que van cayendo y desapareciendo partes de su aparato productivo.
El déficit comercial es un agujero negro en el que van cayendo y desapareciendo partes del aparato productivo
Los datos de estos cuatro meses en conjunto permiten hacernos ya una buena idea de la tendencia reciente del comercio exterior, al diluirse algunos efectos perturbadores de los datos mensuales, sobre todo la celebración este año de la Semana Santa en marzo y el anterior en abril. El dato más llamativo es la caída en casi un 1% de las exportaciones en volumen, es decir, deflactadas por los IVUs, lo que vendría a ser similar a expresarlas a precios constantes. Como se ve en el gráfico izquierdo, desde el primer trimestre de 2002 no se obtenía un resultado negativo, con la salvedad de que entonces el comercio y la economía internacionales registraban una recesión y ahora están en plena expansión. Los grupos de productos más importantes y con peor comportamiento, todos ellos con tasas negativas en volumen, son los alimentos, los automóviles y sus componentes (que representan más del 20% de la exportación española), los medicamentos, buques, equipo de oficina y telecomunicaciones y los bienes de consumo. Es decir, todos aquellos más sensibles a la pérdida de competitividad-precio y a la competencia de los países emergentes de Asia, que son los dos retos principales de nuestra economía.
Las importaciones, por su parte, también mantienen una senda de desaceleración, que se explica fundamentalmente por la caída de las exportaciones, ya que éstas incorporan una buena dosis de importación previa (materias primas y productos intermedios). No obstante, su crecimiento real en estos cuatro meses rondó el 8%, lo que, conjugado con la caída de las exportaciones, originó una fuerte aportación negativa del sector exterior al crecimiento del PIB (la Contabilidad Nacional estimó -2,5 puntos porcentuales en el primer trimestre). La nota positiva es que los bienes que más crecen son los de capital (34% en volumen), lo que constituye el mejor indicador de que la inversión en equipo productivo está lanzada. La negativa, que de esta expansión de la inversión no se aprovecha apenas nuestra industria, pues el IPI de este grupo de bienes registró en este periodo una tasa ligeramente negativa.
Uno de los aspectos más llamativos del comercio exterior es la fuerte recuperación de los precios (gráfico central), después de un par de años con tasas negativas. Esta recuperación es muy pareja en la vertiente importadora y en la exportadora, por lo que hasta ahora no puede echársele la culpa del déficit a una pérdida de relación real de intercambio originada por el alza de los precios del petróleo. La culpa es de unos tipos de interés bajos, de una política fiscal que no actúa como debiera, es decir, restrictivamente y de una cada vez más preocupante pérdida de competitividad.
Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (FUNCAS).
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