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Reportaje:

Violencia en el desfile gay

Un joven ultraortodoxo apuñala a tres jóvenes durante la marcha en defensa de los homosexuales en Jerusalén

El polémico y esperado desfile del Orgullo Gay que empezó ayer en Jerusalén como una gran manifestación de alegría, amor y música acabó siendo el escenario de violencia, apuñalamientos y detenciones. Un joven ultraortodoxo rompió la barrera formada por agentes de seguridad y apuñaló a tres participantes de la marcha. Tres heridos leves, 13 detenciones y una brecha más profunda en las delicadas relaciones entre los laicos y religiosos.

Por un lado, unos 6.000 homosexuales y lesbianas. Por otro, 200 jóvenes ultraortodoxos, enfurecidos por la celebración de "este festival de desviación sexual y enfermiza". En medio, centenares de policías. El escenario, las céntricas calles de Jerusalén, que vieron cumplirse las previsiones más pesimistas.

Bajo la sombra de la tensa situación a raíz del plan de retirada de la franja de Gaza, la escalada bélica en el sur de Líbano y la militante oposición de los jerarcas de las tres religiones, los homosexuales y lesbianas de Israel pudieron finalmente celebrar el cuarto desfile del Orgullo Gay en la Ciudad Santa. En cada calle por la que circulaban, podían ver y escuchar a decenas de ultraortodoxos que no cesaban de abuchear e insultar. Antes de los apuñalamientos, todo se había limitado a una grave lucha dialéctica y un duelo de pancartas. Mientras unos llevaban inscritos lemas como "Don't worry, Be gay [No te preocupes, sé gay]", los otros portaban cárteles del estilo "homosexualidad no es normal".

"Estamos aquí para demostrar que incluso en Jerusalén se puede ser progresista. Yo no soy homosexual, pero he venido aquí desde Tel Aviv para celebrar la victoria de la democracia ante la actitud intolerante", dice Alon, un abogado de 34 años que no se olvida del principal artífice del desfile: el Tribunal Supremo. Sus jueces anularon la decisión del alcalde de Jerusalén, el ultraortodoxo Uri Lopoliansky, de prohibir el desfile. También representantes del islam expresaron su rechazo a esta celebración.

El argumento del alcalde, que cuenta con las simpatías de la población ultraortodoxa de Jerusalén, no es nuevo. "No es aceptable ni correcto la celebración de este desfile en las calles de la sagrada Jerusalén, ya que hiere la sensibilidad de muchos ciudadanos y mi deber es velar por ellos", dijo. No pensó lo mismo el Supremo, que además obligó al Ayuntamiento a pagar parte de los gastos del desfile. Jagui Elad, el director de la organización del evento, Casa Abierta, se felicitó por la presencia de miles de participantes. "Es una victoria de la luz sobre la oscuridad. Lástima que al final un fanático haya conseguido su propósito", se lamentaba.

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