El ministro de Economía francés se defiende de un escándalo financiero
Thierry Breton denuncia una manipulación de antiguos colaboradores
Thierry Breton, el ministro de Economía francés, pasó ayer al contraataque después de que el juez Henri Pons registrara el lunes y el martes su despacho en la sede del ministerio, e incluso su domicilio, en relación con su gestión como administrador de la empresa química Rhodia entre 1999 y 2002 y también sobre la venta de Canal + Technologies, una filial de Vivendi Universal, al grupo Thomson, que presidía Breton en 2002.
El empresario con fama de mago, llamado el pasado mes de febrero por el presidente Jacques Chirac para poner orden en las finanzas públicas y ocupar un puesto en que ha visto hasta nueve titulares en los últimos 10 años, aseguró ayer que se trata de "una manipulación".
El origen del caso está en sendas denuncias de dos accionistas de Rhodia, el banquero Edouard Stern -asesinado por su amante el pasado mes de febrero en Ginebra- y el conde Hughes de Lasteyrie, por considerar que sus inversiones en títulos de la empresa química se basaban en falsas informaciones que difundía la dirección. Rhodia, surgida del Grupo Rhône Poulenc, realizó una serie de operaciones arriesgadas que luego eran sobrevaloradas. Finalmente, cuando esto salió a la superficie, las acciones perdieron hasta un 90% de su valor.
Breton, que era presidente del comité auditor de Rhodia, insiste en que nunca fue informado de estas operaciones porque las llevaba a cabo un comité dedicado a ello, pero las actas de los consejos de administración muestran que estaba al corriente. El juez Pons relaciona el caso Rhodia con la venta de Canal + Technologies a Thomson Multimedia en 2002, cuando la presidía Breton. La denuncia apunta a que la venta se hizo a un precio sospechosamente bajo para compensar la pasividad del actual ministro ante las maniobras de Vivendi respecto a Rhodia.
El ministro, que se vio sorprendido por las órdenes de registro mientras pronunciaba un discurso en la sede de Naciones Unidas, en Nueva York, contraatacó ayer y lo hizo, de entrada, descalificando a sus acusadores. Stern y De Lasteyrie, dijo Breton, son "financieros internacionales cuya especialidad es entrar en el capital de empresas en dificultades y sacar el máximo provecho", al tiempo que aseguraba que ambos tenían su residencia en paraísos fiscales.
Su papel en Rhodia entre 1999 y 2002, aseguró, no era más que el de "un pequeño administrador" entre una decena que aprobaban las decisiones de la dirección del grupo por unanimidad. Y la única explicación que encuentra para verse ahora en el ojo del huracán, añadió, es por su actual condición de ministro. "Por un golpe de varita mágica", dijo, "me he convertido en el único responsable". La venta de Canal + Technologies "es un asunto completamente diferente", dijo, y se produjo cuando ya había dejado de ser presidente de Thomson.
Pero en declaraciones al diario Le Monde, Breton insistió en que era víctima de "una inverosímil manipulación que da náuseas". Reconoció que mientras fue administrador estaba al corriente de la estrategia de Rhodia y dio a entender que la dirección pudo haberle ocultado algunas operaciones. "Cuando se es administrador no se es operacional", asegura, al tiempo que admite que no está seguro de que no se produjeran irregularidades.
Breton también reconoció en Le Monde que no ha recibido el apoyo de ninguno de los otros administradores de Rhodia, aunque en estos momentos donde realmente necesita apoyo es en el seno del Gobierno. El actual titular de Economía era el presidente de France Télécom cuando en febrero fue llamado por Chirac para sustituir a Hervé Gaymard, protagonista del escándalo que más ha marcado la decadencia del Ejecutivo. Gaymard se instaló en un piso de 600 metros cuadrados con un alquiler de 14.000 euros al mes a costa del erario público y mintió sobre su patrimonio. Un nuevo escándalo podría herir de muerte al nuevo Ejecutivo de Dominique de Villepin y provocar un adelanto de las elecciones legislativas.
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