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El arte de negociar convenios

Los convenios colectivos disponen de amplias facultades para regular las relaciones laborales y las condiciones de trabajo, de forma que pueden completar, desarrollar e incluso modificar las regulaciones legales. La realidad, sin embargo, es que no están siendo eficaces para frenar el deterioro de la estabilidad, la calidad y la seguridad del empleo. Además, los datos ponen de relieve el progresivo retraso en el inicio de las negociaciones, la dilación en el desarrollo del procedimiento negociador, a veces durante años, y la necesidad, cada vez mas frecuente, de recurrir al conflicto para alcanzar acuerdos.

Los Pactos Sociales, firmados como referencia en el Estado, tampoco han cortado el abuso de los empresarios en la contratación, ni limitado el encadenamiento de contratos, disminuido la subcontratación o reducido los accidentes laborales. Sin embargo, al pactar aumentos salariales por debajo de la inflación han reforzado las posiciones de quienes prefieren competir en base a bajos costos laborales antes que invertir en tecnología y formación. En 2004 los salarios aumentaron un 2,9% a pesar de que la vida subió un 3,2% y los beneficios empresariales aumentaron el 18,6%.

Se requiere un cambio radical en la mentalidad y métodos de la acción sindical, así como superar la actual división
Hay que compatibilizar la atención a la negociación sectorial y a la acción sindical en las empresas

La situación se agrava porque un sector importante de la patronal presiona para que desaparezcan los convenios sectoriales, que son los que regulan condiciones mínimas de miles de empresas pequeñas en las que no hay representación sindical. Quieren que las empresas tengan derecho generalizado a descolgarse de cualquier convenio sectorial, que el contrato individual de trabajo no pueda ser afectado por ningún ámbito de negociación o que se elimine la prórroga forzosa de los convenios y se establezcan por ley unas condiciones mínimas que regirían durante la transición entre un convenio y otro. Su modelo, la negociación salarial en EE UU, que es descentralizada, empresa a empresa, y aún mucho más: dentro de una misma empresa, la negociación por categorías profesionales o individuo por individuo.

Esta estrategia se refuerza en Euskadi por la actitud de ELA de abandonar en la práctica la negociación sectorial, al considerar que "debilita la dinámica de las empresas, se pierde el control sindical y la patronal decide los escenarios finales negándose a negociar o firmando pactos de eficacia limitada" . Se hace el juego así a una política empresarial que cuestiona la negociación sectorial como referencia y persigue dividir a los sindicatos para imponer sus condiciones.

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En Euskadi inciden más de 230 convenios sectoriales y se negocian 600 convenios de empresa. Un 80% de los trabajadores tienen convenios negociados aquí y un 17,5% en el ámbito del Estado. La situación actual alarga los periodos de vigencia (un 70% de los convenios se firman para tres o mas años), empobrece los contenidos de la negociación sectorial y exige concentrar excesivas energías en negociaciones que duran demasiado. Se desequilibra así el apoyo a la acción sindical en los centros de trabajo, se reduce el escaso tiempo dedicado al debate y la formación sindical e ideológica, y se relega la actividad general del sindicato relacionada con la precariedad, el desempleo, la fiscalidad, la economía sumergida o la inmigración.

Hay que hacer de la necesidad virtud y compatibilizar la atención a la negociación sectorial y a la acción sindical en las empresas, en muchas de las cuales se están pactando condiciones salariales y laborales discriminatorias bajo formulas diversas como "dobles escalas salariales", "salario de ingreso" o "complementos personales", se está aceptando una rotación laboral abusiva, se están haciendo horas extras excesivas y en muchos casos no pagadas, o exigiéndose una disponibilidad total del trabajador. La propia Inspección de Trabajo informa que un 50% de los empleos temporales "están en fraude y abuso de la ley".

Es importante, pues, racionalizar la estructura de la negociación sectorial articulando mejor sus distintos niveles, pero lo esencial es modificar la relación de fuerzas, lo que requiere un cambio radical en la mentalidad y los métodos de la acción sindical, así como superar la actual división sindical. Es necesario que los sindicatos se acerquen a los problemas e inquietudes reales de los trabajadores, que den participación a los interesados desde la concreción de las reivindicaciones hasta el final del proceso de negociación, que se pongan de acuerdo en una sola plataforma reivindicativa, que la unidad de acción sindical se base en un código ético que impida descuelgues unilaterales y se someta a la decisión de los trabajadores afectados, que se coordinen las empresas y sectores en conflicto.

Defender los convenios sectoriales es importante pero, además, hay que confrontar y desenmascarar las políticas de la derecha que utiliza el dialogo social como coartada para apuntalar políticas económicas y sociales que, globalmente consideradas, empujan en la dirección de una mayor desigualdad y desvertebración social. La huelga general del 20 de junio de 2002, con participación de más de diez millones de trabajadores y jóvenes, frenó la reforma laboral y representó un punto de inflexión para echar del Gobierno al PP y abrir un nuevo escenario que hoy nos puede ayudar a luchar por un empleo estable, seguro y con derechos y por un sistema de protección social que sea realmente digno y universal.

Arturo Val del Olmo es abogado y sindicalista.

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