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Reportaje:

La bestia y sus hijos

La actuación en Valencia de Front 242, padres belgas del 'tecno' duro, ilumina la escena local influida por esta banda

Su canción Headhunter, de 1988, fue un himno en Valencia. El recuerdo aún inspira terror: los bajos bestiales, los gritos fascistoides, el ritmo desesperante, una matraca casi sadomaso. Todo se transmitía con los golpes de sonido de este tema, el más popular de una corriente dance casi arqueológica conocida como Electronic Body Music (EBM), situada a medio camino entre el rock, el tecno metálico y la prosodia robótica. Quién iba a decir a sus autores, los miembros de la hoy clásica banda belga Front 242, que 17 años después, en la misma ciudad, esa canción iba a estar de actualidad. Porque Front 242 actúan en la sala valenciana Cormorán la noche del próximo viernes 24 de junio para nuevos y militantes fans. Lo hacen como dj's, una actividad que desarrollarán bajo el alias de Coder 23.

En los ambientes jóvenes se recuperan los sonidos electrónicos originarios más severos y rabiosos

Surgidos en Bruselas en 1981, se convirtieron en heraldos de un estilo bailable de trazo grueso que, con el paso del tiempo, ha influido hasta a exitosos artistas americanos del rock industrial. No obstante, durante los 80, Valencia fue la ciudad del sur de Europa donde estos belgas fueron más venerados, gracias a las cañeras concepciones musicales que, de manera populosa, se vivían por aquí. Es imposible entender la figura de Chimo Bayo -quien, como cantante, a principios de los 90 vendió más de 50.000 ejemplares de su maxi-single Así me gusta a mí- sin la influencia directa de los Front 242, auténticos patrones que fueron de la ruta del bakalao.

Hoy, tanto tiempo después, por cuestiones de moda pendular y de revival, en los ambientes jóvenes se recuperan los sonidos electrónicos originarios más severos y rabiosos. "Y en este horizonte Front 242 son quienes destacan con mayor autoridad", indica Luis Cadenas, promotor que, a través de la casa Budweiser, organiza la actuación. "La recuperación más apasionada de su sonido la están llevando a cabo gente bastante joven", constata. El promotor Pablo Ferrer, como parte de esos jóvenes, apunta que "esta banda jugó con ambientes cultistas y tenebrosos e inició, al mismo tiempo, la consolidación de la electrónica de masas". Esa herencia, ahora, ha sido recogida y aumentada por dj's y productores autóctonos como Sergio Máñez o Beltrans Bigorra, que se basan en viejos ritmos salvajes para crear nuevos conceptos sonoros. Es el camino que llevan también otro dúo de dj's, Pedro Bol y Cristian G. Martí, que, bajo el nombre Crazy Electronics, unen lo más musculoso de la vanguardia de hace 20 años con los más marcial de la música del futuro. El colectivo Nomenklatura -del que forma parte Pablo Ferrer- como también otros organizadores de fiestas de fuste siniestro, han hecho bandera actual de la añeja fusión industrial de los Front 242. Algo así sucede también con el grupo Wash&Go, proyecto formado por Iván Galíndez, Nacho Aníbal y el showman Migueliko. Ellos, a unos poderoso ritmos de granito suman un colorido petardo que disfraza, pero no disimula, una inagotable obsesión en esta ciudad por los viejos sonidos corrosivos que se originaron en Bruselas.

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