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Reportaje:

La lucha de las mujeres bajo un velo

Una mujer se convirtió ayer en ministra en Kuwait, un hecho histórico en una región de gran desigualdad

El símbolo es rotundo: Masuma Al Mubarak, de 57 años, juró ayer su cargo de ministra de Planificación y Desarrollo Administrativo, y se convirtió en la primera mujer en la historia del pequeño emirato del Golfo que se integra en un Ejecutivo. El pasado 16 de mayo, el Parlamento kuwaití aprobó la ley que otorga a las mujeres sus derechos políticos. Las palabras de Rula al Dushti, defensora de 41 años de los derechos de la mujer en Kuwait, se oyeron entonces en el mundo entero. "Es un día histórico. Aún no puedo creérmelo; hoy mismo empiezo mi campaña para las elecciones legislativas de 2007", exclamó. Sin embargo, no fue fácil. Los diputados islamistas impidieron durante más de un año la votación de la ley y protestaron ayer abiertamente la nominación de Al Mubarak, porque, mantuvieron, "el islam lo prohíbe".

El argumento se repite en las otras monarquías de la Península Arábiga para imponer a las mujeres las normas más estrictas: deben ser acompañadas por un tutor en los lugares públicos; su testimonio ante un juez no tiene el mismo valor que el de un hombre; no pueden ser juez, no tienen el derecho de voto, en algunos lugares tampoco el de conducir o el de viajar solas; sus rostros, tapados por el velo.

Las mujeres de esta zona del mundo están casi ausentes de la vida política: Omán cuenta con dos diputadas, Yemen con una, y en los demás países no hay ninguna, según el informe 2005 de la organización Unión Parlamentaria.

La mujer, aseguran las autoridades de estos países, es un tesoro sagrado, el icono de los valores familiares que se debe "proteger". Sin embargo, son cada vez más las mujeres que denuncian una interpretación patriarcal de la religión y exigen la igualdad de derechos. El islam, dicen, no debe ser un collar de hierro sino el arma del cambio.

"Es ella la que está marginalizada y menospreciada. Es ella la que vive en la sombra de una sociedad machista que otorga a los hombres el derecho de introducirse en su vida privada". Nura al Yusef, universitaria saudí, es rotunda a la hora de definir lo que llama la "especificidad de la mujer" en Arabia Saudí en el diario Al Watan. La escritora Suraya al Shehry subraya en el rotativo Arab News que el problema es que los hombres consideran a las mujeres como "un objeto que poseen". Ambas coinciden en que las mujeres son tan capaces como los hombres de defender sus posiciones. Se vislumbra la figura de Jadiya, potente mujer de negocios de La Meca y primera esposa de Mahoma a la que el profeta siempre pedía consejos.

"Lo que hacen estas mujeres", explica Gema Martín Muñoz, profesora de Sociología del Mundo Árabe en la Universidad Autónoma de Madrid, "es decir que la interpretación del islam no es sólo una cuestión reservada a los hombres". "Argumentan con las normas del islam para exigir sus derechos", explica.

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Las cosas empiezan a cambiar, sobre todo en los pequeños Estados de la antigua Costa de los Piratas. Omán otorgó el derecho de voto a las mujeres en 1997. El emir Hamad bin Jalifa al Thani de Qatar nombró a la primera mujer ministra -de Educación- en mayo de 2003. La segunda esposa del emir, jequa Moza al Misnad, es directora de la Qatar Fundation. La influyente jequa, que suele aparecer en público con el rostro descubierto, encarna la voluntad de las autoridades de Doha de abrir la escena política a las mujeres que obtuvieron el derecho de voto en 1999. En Bahrein, el rey Hamad bin Isa al Jalifa creó en 2001 el Consejo Supremo para Mujeres. El reino ratificó en 2002 la Convención de Naciones Unidas para la Eliminación de toda forma de Discriminación contra las Mujeres y otorga a las bahreiníes el derecho de voto y de presentarse a elecciones en mayo de 2004. Dos mujeres son ministras, mientras que hay sólo una en los Emiratos Árabes Unidos y ninguna en Arabia Saudí.

Las autoridades saben que deben tener en cuenta a las mujeres, que son cada vez más doctoras, profesoras o banqueras. En Bahrein, Kuwait, Qatar y Emiratos Árabes Unidos, la tasa de alfabetización de las mujeres supera el 80%; en Arabia Saudí y en Omán, el 65%, según el Informe 2004 de Naciones Unidas sobre el Desarrollo Humano. Además, las monarquías del Golfo están pobladas mayoritariamente por mujeres. Las saudíes, por ejemplo, son ocho millones sobre una población total de apenas 17 millones y, quizá lo más significativo, detienen el 70% de los ahorros del reino, según el Ministerio de Comercio saudí.

Para la saudí Rogaya Mohamed al Shueybi, mujer de negocios, el proceso de acceso a la vida pública será lento porque "es muy difícil cambiar las mentalidades". Fariba Adelkhah, antropóloga y autora de La revolución bajo el velo (Bellaterra), asegura que "el problema en estos países es el conservadurismo de la sociedad, más allá de la religión". "No es necesario estar en un país musulmán para que las mujeres sean oprimidas o mal tratadas", insiste.

Adelkhah concluye que como no se abra "una reflexión sobre las relaciones entre hombre y mujer en la esfera privada, el estatuto de las mujeres no podrá evolucionar en la esfera pública". Porque el fondo del problema quizá no sea ni la religión ni las tradiciones sino el respeto. "Sólo se trata", escribe una saudí, "de que los hombres aprendan a respetar a las mujeres".

Masuma al Mubarak, la primera mujer ministra en Kuwait, ayer en el Parlamento.
Masuma al Mubarak, la primera mujer ministra en Kuwait, ayer en el Parlamento.AP

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