Una manifestación de esencias
Los voceros del nacionalcatolicismo cavaban el viernes trincheras, afilaban cuchillos.
Todo a cuento de la manifestación que al día siguiente se celebraba en Madrid contra el cambio en el código civil que permitirá las bodas entre homosexuales.
En la homilía radiofónica nocturna de una radio que se quiere plural hasta en su nombre (pero que recuerda más bien el "nosotros" pontificio), el locutor se compadece de Rodríguez Zapatero. Afortunadamente, dice, no vivirá para conocer lo que la Historia, con mayúsculas, dice de él. Puede estar tranquilo. Lo peor de todo, asegura, es que si se ha llevado al Parlamento es porque los socialistas quieren el millón y medio de votos en que se ha cifrado la población homosexual española.
El sábado, los convocantes del Foro de la Familia, militantes y cargos del Partido Popular, prelados y millares de ciudadanos anónimos que con ellos se identifican ejercen su derecho constitucional a la manifestación. Revolución: ahora el argumento no es la Fe sino la rotunda Ciencia matemática: "Matrimonio es igual a hombre más mujer" sobre fondo rojo y gualda, gualda y blanco.
Una manifestación de esencias: la Iglesia, España, el matrimonio. Nada cambia, todo permanece. Como si no tuvieran un principio. Como si ninguno de los tres fueran construcciones humanas que significan lo que los hombres quieren que signifiquen. Dios les ha dado permiso para ser a la Iglesia, a España y al matrimonio.
Afortunadamente, como diría el locutor, ninguna ley, a favor o en contra, podrá borrar esa realidad social. Como la de los cristianos cuando el Papa no era ni cigoto y su fe perseguida latía en las catacumbas..
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