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DON DE GENTES
Columna
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Nadie me quiere

Elvira Lindo

YO ME REÍA MUCHO de la gente que hacía cursillos por correspondencia. Me parecía supercutre. Yo era de esa generación a la que los cursos por correspondencia nos parecían una cosa como del franquismo. Yo era de las que creían en las clases "presenciales", que es como les gusta llamar a los pedagogos a las clases que se dan cuando el alumno está de cuerpo presente. Yo también me he reído mucho de los pedagogos, yo me he reído mucho cuando al recreo le llamaban "segmento de ocio" y tal. Yo es que me he reído de todo el mundo. Pero he cambiado 360 grados. He cambiado porque la vida me está dando muchos palos. Hay muchos colectivos en España que me están cogiendo tirria porque mi sentido del humor (concretamente) les da por saco. El otro día, sin ir más lejos, me escribió un representante de los músicos de dulzainas para decirme de todo menos bonita. Dice que yo me metí con los dulzaineros y que los dulzaineros también tienen derecho a la vida. Cuando acabé de leer la carta, ustedes no se lo creerán, pero de mis ojos brotaron lágrimas como puños. Me imaginé a todo ese colectivo ofendido por una tiparraca como yo, que no tiene dos dedos de frente, y además, lo peor del asunto, que a mí todo me da igual: los dulzaineros, los pedagogos, los cursos por correspondencia... A mí lo único que me gusta es reírme de los demás; pero no porque tenga nada en contra, sino por hacer la gracieta. Ya te digo, yo me reía de los que hacían cursos por correspondencia. Anda que no me he reído de mi santo, que aprendió a escribir a máquina con un teclado de papel que le mandaron los de CCC. A él le marcó mucho estudiar en CCC, tanto que, aún a día de hoy, cuando está en la ducha a las siete de la mañana canta el himno de aquella gran empresa: "¡Somos miembros del Club CCC!". Y luego tararea el resto porque no se acuerda de la letra, y le pasa como a los albañiles, que con saberse una frase tienen bastante y se pueden pasar toda una mañana en tu casa diciendo: "Porque no engraso los ejes me llaman abandonao", y de ahí no les saques. Yo he sufrido mucho a los albañiles en ese aspecto, y te digo una cosa, porque soy una gran pacifista, pero hay veces que me pregunto cómo no hay más violencia contra dicho colectivo, porque cuesta mucho reprimirse. Y no quisiera que el colectivo de albañiles emprendiera ahora una cruzada contra mí, porque yo estas cosas las digo sin ánimo de lucro. A lo que estábamos: yo me he reído mucho porque mi santo también estuvo apuntado a un curso americano de gimnasia por correspondencia llamado Sansón, pero no le funcionó del todo porque se tumbaba en el sofá a leerse las instrucciones. A él (concretamente), la parte que más le tira del tema físico es la teórica. También estudió inglés, francés, italiano. Lo que yo le digo: si yo tuviera un programa de entrevistas tipo 59 segundos le llevaba como un fenómeno de la creación a que cantara el himno CCC. Porque también dejó de fumar con unos consejos por correspondencia. Y eso estando yo ya en su vida, que me dio hasta miedo, fíjate que pensé: ¿pero con qué clase de individuo me he casado, si se puede saberse? Y fue inaudito, porque siguió las instrucciones a rajatabla una semana y el tío no dirás tú que ha vuelto a coger un pitillo. Yo (concretamente) es que lo flipo. Pero encima, ahora me doy cuenta de dos cosas: primera, que él se ha hecho una cultura bastante vasta, a mi modo de ver, y segunda, que fue un pionero. Él estaba en la vanguardia, porque ahora mismo lo que se ha quedado cutre y hortera son las clases presenciales. Ahora mismo, lo suyo es hacerlo todo sin salir de tu propio domicilio. Cómo estará la Iglesia que hoy día te puedes hacer cura online, cura por Internet. Y yo lo veo bonito, no me digas. Un tío de Seattle que yo conozco se hizo cura online y casó a unos amigos suyos. Eso sí, los casó a nivel presencial, porque lo bonito de las bodas es que sean presenciales. Tampoco hay que perder la humanidad. En el Estado de Nueva York no está permitido, pero sí en otros. Tú te metes en www.ulc.org, te haces curilla, y a ti lo que diga Rouco ni falta que te importa, tío. También diré que me he sentido pelín discriminada a nivel de mi género porque de momento sólo es para hombres. No me puedo hacer monja online, y (sinencambio) mi santo sí, lo cual añadiría un diploma más a los que ya tiene de sus viejos cursos por correspondencia y sería un paso adelante en su camino hacia el cielo. Por otra parte, a mí me daría como morbillo, y espero que no se ofenda conmigo el colectivo del sacerdocio porque lo del morbillo lo digo en plan simpaticote. "Hoy día", dijo mi santo el domingo desde el sofá, "el que sale de su casa para adquirir una cultura es porque quiere". Como frase no tiene desperdicio. Yo (concretamente) lo contrataría para hacer publicidad de CCC. Y le dije, apartando mis ojos del Time Out, que es como la Guía del Ocio neoyorquina: "Cariño, no todo se puede hacer online, aquí dice que en el Soho dan unas clases los domingos en las que por 30 dólares te enseñan los fundamentos básicos de la felación; pero claro, ahí tienes que ir por huevos. La clase es presencial". Y me dice: "¿Y los miembros... son reales o de látex?". "Eso ya no te lo puedo decir", le dije. Y me suelta: "Hay veces, fíjate lo que te digo, que comprendo a Fraga".

El cardenal Rouco Varela.
El cardenal Rouco Varela.SANTI BURGOS

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Sobre la firma

Elvira Lindo
Es escritora y guionista. Trabajó en RNE toda la década de los 80. Ganó el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil por 'Los Trapos Sucios' y el Biblioteca Breve por 'Una palabra tuya'. Otras novelas suyas son: 'Lo que me queda por vivir' y 'A corazón abierto'. Su último libro es 'En la boca del lobo'. Colabora en EL PAÍS y la Cadena SER.

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