¡Mentalidad bici ya!
Recién llegado a Madrid de mi estancia de un año en el extranjero, el primero de mis buenos propósitos para el comienzo aquí era el mantener la bici como medio de transporte alternativo, al menos para cierto tipo de desplazamientos. Ingenuo de mí. Con mi nueva cestita para la bici y toda la ilusión del mundo salí de casa con destino a la Universidad Autónoma, que se encuentra en la carretera de Colmenar, a donde se puede llegar por el famoso carril bici del que tanto presumen nuestros políticos. Lo que no sabe nadie es que para llegar hasta el comienzo del carril hay que ir por la carretera, con lo cual la mitad del camino se recorre como un automóvil más. Con un poco de imaginación, en vez de ir por la carretera uno se busca un camino alternativo por calles menos transitadas, pero tampoco ésta es buena solución.
Precisamente en bici uno se da cuenta de que en el carril bici de estas carreteras, por otros también denominado arcén, se acumulan todos los cristales y suciedad que uno se pueda imaginar. Junto al hecho de que el lado derecho suele semejarse a un campo de patatas por las obras de las compañías de gas y telefonía, acaba uno creyéndose Fernando Alonso buscando la mejor trazada para coger la línea ideal y no pinchar. Y es que no dista mucho de un circuito el comportamiento de nuestros conductores, pues salvando el respeto de algunos de ellos, muchos otros realizan adelantamientos cuyas consecuencia puede ser un viaje directo a la UCI.
Claramente, no se trata sólo de la falta de infraestructura. Todos sabemos que es complicado incorporar un carril bici a una ciudad ya hecha, pero podemos comenzar por contemplar al ciclista como persona que circula completamente expuesta a ruidos, humos y golpes, y no como al último mono de nuestras calles. Por eso, hasta que podamos proteger a los ciclistas con un carril propio, trabajemos en un cambio de mentalidad que se hace necesario por motivos de seguridad.
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