Mártires, héroes, suicidas
La Real Academia va a modificar su concepto de "mártir". Habrá ahora dos acepciones casi iguales: una es "persona que padece muerte en defensa de su religión", y la otra, "persona que muere o sufre grandes padecimientos en defensa de sus creencias o convicciones". Es un progreso. Hasta ahora, la definición de la palabra se limitaba a la religión oficiosa española: era "persona que padece muerte por amor de Jesucristo y en defensa de la religión cristiana": una exclusiva. El martirio, la palma del martirio, la palma de la virginidad: como premios que se añadían a las vidas de los santos. La nueva definición gusta poco a los cristianos, a los que no suele complacer casi nada que no sea su fe expresada en las mismas palabras de siempre.
Poco flexibles. La intención de ahora es negar martirio a los musulmanes que mueren defendiendo sus creencias. Un cristiano no se suicida. Una cosa es morir en loor de Cristo y otra suicidarse por Mahoma. Esto es, simplemente, tonto: lo otro, glorioso. Yo estoy, en este caso, con la Academia. Mártir es una palabra precristiana: es griega, y de Grecia pasó al latín. Creo que una misma palabra sirve para todos, y, a mi juicio, todo lo que el suicidio tiene de valor humano -dejar de ser humano, si uno no quiere participar de esa cosa-, todo lo defendible como libertad -el derecho a morir como compensación de la obligación fastidiosa de nacer- se pierde si es para matar a otros, sobre todo por problemas religiosos. El mártir que se suicida es un interesado: cambia a gusto su vida por la de un paraíso de leche y miel con eficaces señoritas permanentemente a su lado para lo cual hay que asesinar al mismo tiempo a personas que no tienen ese deseo. Los problemas religiosos no son, como todos los problemas, más que económicos. Si dos religiones se disputan el petróleo árabe, no veo que una tenga más derecho que otra. Pero si unos suicidas llegan al heroísmo por luchar contra la pobreza de los suyos, tienen razones válidas: si otros matan y se mueren por mantener su riqueza imperial, no tienen la palma del martirio. No digo que esto sea justo o injusto; lo que sé desde siempre me parece bastante sólido. La Academia varía según el hablante: en estos cambios concretos veo un principio de justicia.
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