"Nuestra estructura de poder no permite alcanzar la democracia"
"La experiencia de los ocho años de Gobierno de Jatamí ha mostrado el límite de las reformas dentro del marco constitucional", asegura Hashem Aghayarí, uno de los más destacados disidentes iraníes. Este profesor de Historia, veterano de la guerra con Irak, condenado a muerte por insultar a los profetas en 2002 y perdonado después de dos años en prisión, se muestra convencido de que "la estructura de poder iraní no permite alcanzar la democracia porque no dan el poder al pueblo, ni siquiera con la interpretación de los reformistas".
Todas las prerrogativas se concentran en el líder supremo. "El Parlamento y el Gobierno son responsables, pero carecen de medios. El líder supremo y los órganos bajo su control [Consejo de Guardianes, jueces, Fuerzas Armadas y radiotelevisión] tienen ese poder real y no responden ante nadie".
"Necesitamos cambios radicales en la Carta Magna", dice Aghayarí, que recurre al guía de la revolución islámica para justificarse. "Como dijo el imán Jomeini respecto a la Constitución del sha, que nuestros padres la hayan aprobado no justifica que estemos obligados a aceptarla, porque cada generación debe adaptarse, y creo que después de 25 años con este sistema, si se sometiera a referéndum, sería rechazado". "Pero la Constitución no lo permite. El poder del líder es intocable y nadie puede cambiarlo. La doctrina del velayat-e-faguih [gobierno del jurisconsulto] es la piedra angular de la República Islámica que fundó Jomeini. Ponerla en cuestión se paga con la cárcel. Eso establece un dilema, rebelión o rendición".
"Los dueños del poder terminarán por rendirse a las exigencias del pueblo". "
quieren animar a la participación porque necesitan legitimidad internacional, en especial ante Estados Unidos, pero no está garantizado que sigan evolucionando si desaparecen las presiones".
En su opinión, ésa es la razón por la que el 55% de los iraníes declara que no va a votar el viernes. "Están convencidos de que dentro de este marco político no hay esperanza de mejora y quieren expresarlo boicoteando las urnas, como hace ocho años pidieron la reforma con una gran participación", concluye. Esa perspectiva hace temblar a los reformistas.
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