Los expertos desaconsejan los estimulantes
"Por lo que sabemos en psicología, concentrar toda la evaluación en un solo momento no es en absoluto recomendable. La evaluación continua mejora la calidad de la enseñanza, porque permite corregir los errores". Ésta es la opinión de José Antonio Sánchez Medina, psicólogo y director del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla.
"Si un estudiante falla al final de curso, el profesor sólo puede decirle que ha fallado y está suspenso; mientras que con la evaluación continua puede ayudarle a superarse", aclara. "Cuando un alumno se juega mucho en un examen aumenta su estrés y angustia, lo que conlleva una reducción del rendimiento", añade Sánchez Medina. Según el profesor, la clave para afrontar los exámenes es una correcta distribución del tiempo.
"No hay que dejarlo todo para última hora y estudiar durante jornadas interminables, porque eso supone un sobreesfuerzo que baja el rendimiento radicalmente. Además, tomar excitantes es contraproducente. Hay alumnos que toman café, anfetaminas y otras sustancias, legales o no; pero cuando hacen el examen el estado del organismo es otro y no pueden recordar toda la información", añade Sánchez Medina.
La psicóloga María José Ramírez trabaja en el Servicio de Asesoramiento Educativo de la Pablo de Olavide y atiende a los alumnos con dificultades personales que influyen en su rendimiento académico. Las consultas, que a lo largo del año suelen ser sobre problemas de autoestima o adaptación a la universidad, cambian este mes.
"La mayoría acude porque no saben planificar el estudio. Yo les coloco un calendario delante y les ayudo a analizar la situación y decidir en qué asignaturas tienen más posibilidades de aprobar, para que se concentren en esas", explica Ramírez. Según la psicóloga, que tiene unas diez consultas semanales, el gran error de la mayoría de los estudiantes es que carecen de una dinámica de estudio habitual. El estrés y la ansiedad vienen porque no se preparan con tiempo suficiente. "Cuando dicen que se han quedado en blanco delante del examen es porque han estado toda la noche sin dormir y terminan agotados. Se olvidan de que estudiar es un proceso que comienza en septiembre y termina en junio y no hay que reducirlo a la época de los exámenes", argumenta la psicóloga.
"Los padres, en muchos casos, no suponen una ayuda simplemente porque los estudiantes tienen entre 18 y 20, la última etapa de la adolescencia. Una fase en la que quieren ser independientes y no piden ayuda. Se encuentran en un momento en el que existen dificultades de comunicación con los padres", concluye Ramírez.
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