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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La nación catalana

La cumbre que abordó el pasado sábado la reforma del Estatuto de Autonomía catalán tuvo más de generosidad gestual que de contenidos. La definición de Cataluña como nación y el establecimiento de un calendario para que el proyecto esté listo a finales de julio fueron los solitarios acuerdos de una sesión de trabajo de la que se esperaba más, pero cuya celebración -CiU mantuvo un duro pulso en contra hasta semanas antes- fue un logro en sí mismo. El Partido Popular se erigió en la única fuerza política que se opuso a ambas iniciativas, sustentadas, en números parlamentarios, por 120 de los 135 diputados que integran la Cámara legislativa catalana.

Para el Partit dels Socialistes no supuso ni esfuerzo ni novedad que diera su apoyo a la denominación "nación". El PSC la emplea para sus propios órganos internos de gobierno y la actual Constitución española, si bien no la recoge como tal, sí adopta la fórmula transaccional "nacionalidad", fiel reflejo de los eufemismos obligados por la transición democrática.

El uso del término "nación" para Cataluña no es privativo de las formaciones nacionalistas, sino también de los partidos de la izquierda catalana. La expresión no es, como pretenden algunos, sinónimo de Estado, sino de aceptación de una realidad. La luz verde dada por los principales partidos catalanes al término tiene, por lo demás, fácil encaje en el concepto constitucional de España como nación de naciones. El grueso de la ciudadanía catalana -según reiteran los sondeos de opinión- simultanea los sentimientos de pertenencia a Cataluña y a España, y son minoría quienes se sienten sólo catalanes o sólo españoles. Salvo para el esquematismo soberanista o centralista, nación no equivale a Estado.

El PP catalán no puso objeciones al término nación cuando hace unos meses la ponencia del Estatut debatió este asunto. Pero el pasado sábado, la proximidad de las elecciones gallegas recomendó que no hubiera foto de grupo ni comunicado final conjunto. Fue una petición expresa del dirigente popular Josep Piqué, que se debate entre su fidelidad al partido en fase de radicalización política y su interés por no quedar descolgado de la vida política catalana. La participación de CiU en la cumbre culmina una acertada rectificación sobre el absentismo otrora auspiciado por su líder, Artur Mas. Puede deberse a que la federación nacionalista considera que la reforma del Estatuto tiene mayor anclaje social del que sospechan sus debeladores.

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