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23º SALÓN INTERNACIONAL DEL CÓMIC DE BARCELONA

Ralf König retrata con sarcasmo el ambiente homosexual

Machos peludos reticentes a salir del armario, mujeres histéricas predispuestas siempre a las zancadillas, homosexuales deprimidos que suspiran por chulazos latinos que no les hacen ni caso, travestidos rencorosos confundidos en la lucha de sexos, heterosexuales que no lo son tanto, gays adictos a las películas de Sissi emperatriz... En el álbum Fiesta de mariquitas (La Cúpula) no falta ni uno de los personajes que han convertido al dibujante de cómics alemán Ralf König (Soest, 1960) en un autor celebérrimo. La popularidad de sus relatos sarcásticos y costumbristas sobre las vivencias y los chascos de los gays se pudo comprobar el pasado miércoles en un abarrotado encuentro con sus lectores en la librería barcelonesa Antinous. König se hartó de dedicar ejemplares del trabajo, en los que estampaba sus famosos narizotas hipermusculados.

"Soy gay. Nadie le pregunta a un autor heterosexual por qué hace historias sobre heterosexuales", zanjó al ser preguntado por su obsesión creativa. Desmentía así una leyenda urbana que él mismo provocó. "Dibujé un cómic en el que me hacían una entrevista. El periodista me preguntaba si realmente era gay o lo decía para hacerme el interesante y ganar dinero. En broma, le contestaba que no era homosexual. Detrás de mí dibujé a una mujer embarazada que parecía mi pareja. Tras su publicación comenzó a correr la leyenda".

En esta recopilación de historias breves, la crítica a las fobias del ambiente homosexual vuelve a ocupar un lugar destacado. Aunque matiza: "Nunca hago caricaturas de mis amigos". Sobre la escasa belleza de sus personajes femeninos, un poco barbudas, dijo: "En la pubertad me gustaban mis amigos heterosexuales. No entendía qué tenían las mujeres que no tuviera yo. Si en mis cómics parecen feas es por pura venganza".

Cuando se le pide su opinión sobre las adaptaciones al cine de sus historietas le cambia la cara: "Detesto las adaptaciones hechas en Alemania de El condón asesino y El hombre deseado. Sólo me gusta la versión de Lisístrata [de Francesc Bellmunt]. Los alemanes no saben hacer comedias".

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