El fin del TNP
El pasado 27 de mayo finalizaba en Nueva York la reunión en la que se revisaba el Tratado de No Proliferación Nuclear sin haber podido consensuar ningún acuerdo relevante. Un fracaso que beneficia de forma destacada a la diplomacia norteamericana en su defensa de las actuaciones unilaterales frente al multilateralismo de Naciones Unidas.
Y cuando no han transcurri-
do ni dos semanas, el responsable de Exteriores de España, el señor Moratinos, se une a través de un artículo conjunto publicado en EL PAÍS a su colega estadounidense, la señora Rice, en la defensa de la Iniciativa de Seguridad contra la Proliferación (ISP), un acuerdo que en opinión de Greenpeace de hecho subvierte el marco multilateral para la no proliferación y trata de sustituirlo desde un enfoque unilateralista. Hay que recordar que la ISP, promovida por Estados Unidos, se acuerda al margen de Naciones Unidas y sin su apoyo (aunque pueda servir a los fines de la resolución 1540) y está formada por un club de países entre los que no se encuentran actores imprescindibles en este ámbito, como China o Rusia.
¿Por qué no se refuerzan los sistemas existentes de lucha contra la proliferación enmarcados en Naciones Unidas y con apoyo universal, como el Tratado de No Proliferación, en vez de adoptar este tipo de iniciativas que menoscaban los sistemas multilaterales de control? En el caso de Estados Unidos es obvio que se trata de eludir los compromisos de desarme y verificación que establecen estos sistemas y tratar de centrar toda la atención en el problema de la proliferación; sin embargo, si ambos aspectos, desarme y no proliferación, no son abordados con la misma prioridad y bajo la legitimidad del marco de Naciones Unidas, no habrá modo de acabar con la amenaza de las armas de destrucción masiva.
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