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Reportaje:CRISIS EN EUROPA | Los retos de la presidencia británica

La hora de Blair

La salida de la grave crisis europea quedará en manos del primer ministro británico a partir de julio

Ha llegado la hora de Tony Blair. En cuatro semanas, el Reino Unido ejercerá la presidencia de la Unión Europea y su primer ministro tendrá el destino de Europa en sus manos durante seis meses. Él heredará una Europa en crisis y Europa heredará un presidente débil, que siente más que nunca en el cogote el aliento de su gran rival, Gordon Brown.

La crisis europea es, a corto plazo, una excelente noticia para Tony Blair. Gracias al no de franceses y holandeses desaparece del horizonte el calendario político fijado de antemano por los comentaristas, que veían en el referéndum británico sobre el Tratado Constitucional el entierro político del primer ministro: si perdía tenía que irse y si ganaba le empujarían para que se fuera con la cabeza alta.

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Pero aún así es difícil que Blair pueda convertir la presidencia en capital político. "No creo que ni Blair ni nadie esté en condiciones de ser líder de Europa. Sería pedir demasiado en la situación actual", sostiene Alasdair Murray, del Centro para la Reforma Europea (CER). "Gran Bretaña probablemente también votaría no al Tratado Constitucional y no está en la zona euro ni en el grupo de Schengen. Pero es una oportunidad para defender su visión de Europa y para abrir un debate sobre lo que debería ser Europa a cinco o diez años vista".

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De momento, Blair no ha dejado mucho espacio para el debate. En un típico gesto de la política exterior británica, a menudo dispuesta a anteponer sus intereses nacionales frente a la acción común, el Gobierno anunciará mañana en los Comunes que retira del Parlamento el proyecto de ley para la ratificación de la Constitución Europea (que ha superado ya la primera lectura) y deja así en suspenso el referéndum posterior. Blair, que no ha hecho caso de la petición del presidente de la Comisión Europea de que ningún país actúe por su cuenta, evita así tener que enfrentarse en el Consejo Europeo del 16 y 17 de junio a las presiones para que siga en marcha el proceso de ratificación a pesar de las derrotas en Francia y Holanda.

"Esperamos que haga dos cosas", añade Murray. "Una cosa vital es estudiar las razones de los sonoros no al Tratado Constitucional e intentar discutir los problemas asociados a ello, y en particular el de una aparente desconexión entre la élite europea, los líderes, y el público. Segundo, espero que la presidencia siga adelante con el trabajo pendiente. La UE no se para. A pesar de que el Tratado Constitucional parece estar hundiéndose, hay un montón de cosas en la agenda. Hay asuntos muy polémicos como la directiva de servicios y las perspectivas financieras, y trabajos quizá más mundanos o de perfil más bajo como asuntos de política exterior como Irán, Oriente Medio, medio ambiente y otros. Los consejos de ministros de la UE tienen que seguir haciendo su trabajo".

Alberto Navarro, secretario de Estado para Europa en el Gobierno español, coincide en esa visión. "Hay que seguir adelante con el proceso de integración. Europa no se ha parado, no hay ningún vacío de poder, ningún vacío institucional, están todos los tratados vigentes que nos permiten seguir trabajando y que para España están bien. Es bueno recordar que con el Tratado de Niza, España sigue teniendo 27 votos y los grandes 29 y que Joaquín Almunia sigue de comisario hasta 2009 con una cartera como la del euro. A España no se le viene el mundo encima".

"En esas condiciones creo que la prioridad de la presidencia británica será la agenda de Lisboa, reformas, la simplificación legislativa, el crecimiento económico, el empleo. Pero tendrá también que empezar a gestionar esta crisis para evitar que sea una crisis de Europa. Por otro lado, está la cuestión de qué se hace con Turquía y Croacia. La posición española es que la agenda de Europa sigue adelante tal y como estaba, que ahora hay que aprobar las perspectivas financieras, el 3 de octubre hay que abrir negociaciones con Turquía y que hay que hacerlo con Croacia cuando se demuestre la plena cooperación con el Tribunal de la Haya".

Londres ha lanzado ya el mensaje de que seguirá gestionando el quehacer comunitario y poner el acento en las reformas económicas, algo que augura roces entre Tony Blair y el presidente francés, Jacques Chirac. El cheque británico, cuya supervivencia es cuestionada por Francia y muchos otros, y el empeño británico en reducir en todo lo posible las ayudas agrícolas, consideradas una distorsión del mercado y una de las causas de los problemas de desarrollo de los países pobres, auguran también enfrentamientos entre dos países que parecen ideológicamente enfrentados: la Gran Bretaña liberal y global y la Francia social y cada vez más convencida de que la aldea global y la inmigración amenazan su bienestar.

El primer ministro británico, Tony Blair, saliendo de Downing Street.
El primer ministro británico, Tony Blair, saliendo de Downing Street.REUTERS

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