García Pavón frente al olvido
No creo que con las más de 63.000 páginas que le dedica aún el mayor distribuidor de Internet, Google, Francisco García Pavón corra mucho riesgo de caer en el olvido. Pero quizá para centrarse en materia, tratándose pese a todo de un escritor semiolvidado -hay pruebas de ello, como el reciente maltrato o "ninguneo" del que fue objeto en el libro Taurus. Cincuenta años de una editorial (1954-2004), de la que García Pavón fue su director durante casi diez-, sea lo mejor acudir a esta biografía cálida y minuciosa, aunque excesivamente "municipalizada" para mi gusto, que le ha dedicado el profesor murciano José Belmonte Serrano.
Francisco García Pavón (Tomelloso, 1919-Madrid, 1989) fue un escritor bastante derrochado, ensayista, crítico y periodista, tertuliano inveterado del Café Gijón, catedrático en la Escuela Superior de Arte Dramático (de la que fue director), director literario de la editorial Taurus durante casi diez años, autor de novelas y cuentos que gozaron de una buena popularidad (sobre todo a través del cine y la televisión, por sus adaptaciones de la serie de Plinio, un detective insólito y costumbrista, jefe de la policía municipal de Tomelloso), que llegó a ser codirector del Teatro Español y ganó frecuentes premios -el Nadal, el de la Crítica, muchos de cuentos (lo mejor de su obra)- y honores en una vida que terminó tras un grave accidente cerebral que lo convirtió en una especie de vegetal en sus últimos tiempos.
FRANCISCO GARCÍA PAVÓN
José Belmonte Serrano
Almud (Universidad
de Castilla-La Mancha)
Ciudad Real, 2005
216 páginas. 12 euros
Su familia escribió al empre-
sario y creador de Taurus, Francisco Pérez González, en carta que este periódico no publicó pues no le estaba dirigida (sí lo hizo Abc en una versión resumida) para reivindicar su tarea que estimaba haber sido minusvalorada como director de la misma entre 1960-1970, que no fue desdeñable en absoluto. García Pavón fue nombrado director literario por una empresa que dirigían los Fierros y los Garrigues en 1960, y se limitó a seguir las colecciones existentes (como las obras de Teilhard de Chardin, las de Américo Castro, Persiles y Sillar), crear algunas otras, como El Club de la Sonrisa, Temas de España (que gozó de buen éxito, pues alcanzó más de quinientos títulos) o la teatral El Mirlo Blanco, que dirigió el crítico José Monleón. Frente a las críticas de Gutiérrez Girardot o Jean Bécarud, la familia replicaba con otros tantos testimonios distintos y elogiosos de las mismas fuentes, pero en fin, cada cual dice lo que quiere, aunque no se debe cuando se quiere, sobre todo cuando la muerte entabla las grandes lanzadas que todo lo separan, y ya no hay más moros que los muertos. No se debe, ni siquiera para mover nuevos molinos, y el presente dejará de serlo mañana, no se olvide.
Así las cosas, el sustituto de García Pavón en Taurus fue el entonces sacerdote Jesús Aguirre y Ortiz de Zárate, teólogo formado en Alemania, inspirador del diálogo entre cristianos y marxistas, del grupo del padre Sopeña, santanderino y en principio asesor religioso de la editorial. Aguirre era un político de altos vuelos, que llegaría no sólo a recrear y controlar Taurus, sino a director general con la UCD, a duque de Alba y a miembro de la RAE y de la Junta de Administración de Prisa y Santillana. Frente a él, el verdadero creador de Taurus, la de entonces y la de ahora, el buen manchego de Tomelloso que era Francisco García Pavón no daba la talla, por costumbrista y provincial a machamartillo claro está, bien que liberal de siempre, pero las reclamaciones en la taquilla de la historia, pues ha venido ya la gran lanzada que nos iguala a todos, a los buenos y a los malos, que todos resultan iguales al final. Y he olvidado dos obras fundamentales de García Pavón publicadas ambas en 1962, Teatro social en España (Taurus) y la Antología de cuentistas españoles contemporáneos (Gredos) que causaron un buen efecto en su tiempo, especialmente la última, que ningún estudioso del cuento puede ignorar ya.
Como se ve, la obra de García Pavón tiene un centro nuclear, que es su Tomelloso natal pero sobre todo su esencial liberalismo, dato curioso recién salido de una guerra total y mediada la larga y feroz dictadura que la siguió. Un liberalismo suave y desde luego costumbrista, bien enraizado en una época difícil y en un lugar en medio de todo amable, como un Tomelloso caldo de cultivo de gente importante, como el pintor Antonio López García y los poetas Eladio Cabañero (ex albañil), Félix Grande (ex pastor) y Dionisio Cañas, con quienes el pequeño burgués que era García Pavón se llevó siempre muy bien, inventando una suerte de novela policiaca fuera de sus raíles (más inspirado en Simenon que otra cosa), que "desquijotizaba" su La Mancha natal mediante un esperpento suave -más que seco, que dice Soldevila- repleto de humor y liberalismo suave y siempre cervantino, que merece nuestro mejor recuerdo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.