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Columna
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Integral

Antes de la globalización, el mundo era integral. Hoy sólo son integrales los planes y la comida. Cualquier producto tiene su derivado integral, desde el pan hasta el arroz. Y cualquier problema que no se soluciona con un plan normal, se intenta solventar con un plan integral. Antes los planes eran transversales, plurianuales o cuatrienales. En Málaga de esto sabemos un rato. Uno de los primeros planes integrales del mundo debió de ser el del saneamiento de la Costa del Sol. En esta ciudad, tiras de hemeroteca y te sale en cada legislatura un ministro anunciando el año de finalización de las obras del plan de saneamiento del litoral. Desde la construcción del acueducto de Segovia, no se conocía una obra para conducir el agua que haya costado más trabajo. Algunos creen que las del plan especial del Puerto de Málaga. Pero es incierto, porque ese plan no es todavía integral. Es imposible tanto tiempo para problema tan corto: que las redes de alcantarillado dejen de escupir, desde los emisarios submarinos hacia el mar, los residuos que salen por el retrete de las casas.

Tras muchos años de promesas y plazos incumplidos, los socialistas esperaron hasta el año 1995 para declarar de interés general del Estado la actuación y considerar las obras prioritarias. El PSOE salió del gobierno antes de que expirara en 2002 el plazo que marcaba la Unión Europea para completar la depuración de las aguas que se vierten al mar. Ese año lo único que inauguró el ya por entonces gobierno del PP fue la segunda etapa de más años de promesas y plazos incumplidos. Hace unos días, Antonio Rodríguez Leal, presidente de Cuenca Mediterránea Andaluza, mostraba su temor por que este proyecto tampoco acabe en esta nueva legislatura. O sea, que no estará finalizado en 2008 lo que era necesario hace 30 años y una prioridad desde hace 10. Podríamos ahorrarnos la inauguración de la tercera etapa de promesas y plazos incumplidos, y pensar que, ahora que el negocio de la gallina está en los ladrillos con los que se hace el corral, igual lo razonable sería convertir el Mediterráneo en una gran piscina. El mar ya está rodeado de pisos y sólo resta alicatar la playa para evitar la suciedad. Eso sí, después de tantos años, al menos el alicatado debería ser integral.

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