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Bruce Springsteen vuelve a sus orígenes

8.200 personas se dejan atrapar en Badalona por la magia acústica del 'Boss'

Alrededor de 8.200 seguidores de Bruce Springsteen se dejaron atrapar anoche en el Pabellón Olímpico de Badalona (Barcelona) por la magia acústica del Boss. El músico estadounidense, que hizo su aparición en un escenario con decorado gótico casi a las diez, media hora más tarde del horario previsto de inicio del concierto, rescató durante el mismo una decena de canciones de su último disco, Devils & dust, que mezcló con material extraído de otros plásticos, como los recordados Nebraska, Humnan touch, Lucky town o The ghost of Tom Joad.

Entre Nebraska y las tormentas de polvo de Woody Guthrie, Springsteen ha encontrado un hueco para explicar historias actuales y conseguir que parezcan antiguas sin traicionar su esencia. Lo hizo ya con The ghost of Tom Joad hace 10 años y lo ha repetido ahora con Devils & dust y, sobre todo, con esta gira en solitario que se inició el 4 de abril en New Jersey (Estados Unidos) y llegó a Europa el 24 de mayo tras recorrer 18 ciudades norteamericanas. Antes del concierto de ayer, había visitado, en Europa, Dublín, Londres y Bruselas.

Cada visita de Bruce Springsteen se ha saldado hasta la fecha con un éxito notable, histórico la mayoría. Tan cierto como que cada uno de esos triunfos inapelables han ido encerrando a lo largo del tiempo características muy diferenciadas. Un concierto del Boss nunca es comparable a su concierto anterior, algo que sus seguidores le agradecen.

Así, consciente de no repetir la misma fórmula, Springsteen llegó esta vez en solitario y con el mínimo equipaje (una guitarra, una armónica y un piano) para instalarse en un local también alejado de los fastos del Palau de Sant Jordi: el también olímpico Pabellón de Badalona, donde habitualmente juega el equipo de baloncesto del Juventut. Ayer, el inmenso polideportivo badalonés cambió su estética para acoger un buen número de sillas en la pista con la idea de recrear el ambiente de un teatro.

Otra diferencia del concierto de anoche con los anteriores del Boss fue la tranquilidad reinante en las cercanías del recinto en las horas que precedieron al esperado acontecimiento. Al ser todas las entradas numeradas, el público no tenía prisa y fue llegando con una cierta parsimonia. Se solventaron así aquellas aglomeraciones nerviosas plagadas de seguidores dispuestos a jugarse la vida en el tumulto para alcanzar las primeras filas a la carrera. A pesar de todo, el acceso fue un tanto lento y media hora antes del inicio se creó una larga cola por culpa del minucioso control de DNI y su correspondencia con el número impreso en cada entrada. Al entrar se entregaba a todo el mundo una hoja con las normas a seguir en el interior. Esta vez todo fue mucho más relajado y sólo se vivió un cierto agobio en los bares de las cercanías. Desde un par de horas antes estaban atestados y se vivía en ellos una euforia que prologaba a la perfección lo que iba a suceder después. "Mucha cerveza nos piden", comentaba alegre uno de los propietarios, "pero ya estábamos preparados. Además, se trata de chavales muy tranquilos, con otro tipo de conciertos es mejor bajar la persiana e irse a casa porque siempre hay problemas".

Los únicos problemas fueron la lejanía de la estación del tren del pabellón y la escasez de aparcamiento. A pesar de eso nadie estaba dispuesto a quejarse. Todo sea por el Boss.

Bruce Springsteen, anoche durante su actuación en Badalona.
Bruce Springsteen, anoche durante su actuación en Badalona.CARLES RIBAS
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