Rajoy y Fraga apuestan a todo o nada el 19 de junio

El 19 de junio, Manuel Fraga intentará, a sus 82 años, lograr su quinta mayoría absoluta consecutiva en Galicia. Las encuestas pronostican que tiene crecientes posibilidades de fallar en el intento. Ahora el PP tiene 41 de los 75 escaños del Parlamento gallego. La mayoría absoluta está en 38, con lo que puede perder un máximo de tres. Según las estimaciones del PP, la transposición de los resultados del 14-M a las autonómicas le daría una mayoría absoluta de 39 escaños. Esa misma simulación con el resultado de las elecciones al Parlamento Europeo del 20 de junio de 2004 elevaría tal mayoría absoluta a 41 escaños.

Pero las encuestas no son tan optimistas. Las que maneja el PSOE rebajan las expectativas de los populares gallegos a 34 ó 35 escaños, y bajando. Las del PP elevan esa previsión a un mínimo de 37, y subiendo. Para el PP, Fraga es un activo y su mejor candidato. Pero las encuestas del PSOE reflejan que incluso los votantes del PP creen que está ya demasiado mayor para unas elecciones.

Con estos elementos, Mariano Rajoy, líder del PP, pidió el sábado en el Monte do Gozo a toda su militancia que se "dejen la piel" para ayudar a Manuel Fraga a ganar de nuevo. Él también lo hará. Estará nueve de los 15 días de campaña en Galicia y acompañará a Fraga en los mítines de la tarde de la última semana, los más multitudinarios y los que pillarán al presidente fundador del PP más cansado.

La apuesta es a todo o nada. No sólo para Fraga. También para Rajoy. Por múltiples motivos. Rajoy es gallego y uno de los descensos en escaños más inesperados y acusados el 14-M se produjo en Pontevedra, su provincia natal. Rajoy pudo decirle a Fraga, en agosto pasado, que no le parecía bien su voluntad de repetir otra vez como candidato. No lo hizo con el triple argumento de que Fraga le dijo que quería seguir; que el octogenario presidente de la Xunta tiene trayectoria suficiente como para no ser apartado, y que es el mejor candidato. Sea o no el mejor, sí pareció, en la disputa interna del pasado otoño, el único capaz de evitar la implosión del PP gallego.

Oficialmente, Rajoy y la dirección nacional del PP sólo contemplan revalidar la victoria. No hay Plan B. Ahora bien, la derrota es posible y tiene grados. No será lo mismo una derrota con 37 escaños que otra con 34. La derrota dulce, por los pelos, puede ser fácilmente explicada por Rajoy como el agotamiento de un ciclo tras cuatro mayorías absolutas. Y siempre queda el argumento de que la democracia es también la alternancia en el poder.

El descalabro es otra cosa. El PP mantiene que perdió el 14-M por los atentados del 11-M. Con mayor o menor énfasis, según quien hable, los populares defienden la tesis de que José Luis Rodríguez Zapatero es "presidente por accidente". Y los resultados de las elecciones celebradas desde el 14-M no desmienten rotundamente tal creencia. En las europeas del 20-J, las encuestas predijeron una ventaja del PSOE de 10 puntos, y quedó en un escaño. En las elecciones vascas se llegó a especular con 21 escaños para el PSE y 12 para el PP, y los resultados fueron de 18 para los socialistas y 15 para los populares. Y el referéndum de la Constitución Europea tampoco fue un cheque en blanco para Zapatero.

Si ese cheque en blanco llegara ahora en Galicia, con una derrota amarga, Rajoy tendría problemas serios. Para defender su liderazgo y para mantener el equipo de perfil más técnico que político que forma la actual dirección del PP y, sobre todo, su núcleo de confianza personal. También tendría problemas para mantener a las dos caras más visibles de la cúpula del PP, Ángel Acebes y Eduardo Zaplana. Tendría problemas para todo. Pero esto, oficialmente, no está previsto. El argumento es que las encuestas predijeron que Zapatero arrasaría en las europeas e incluso él dijo que ganaría las vascas. No ha ocurrido. De momento...