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Tribuna:EL VIAJE DE MARAGALL
Tribuna
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Israel-Palestina, del 'nunca' al 'es posible'

El autor destaca la importancia del reciente viaje del presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, a Israel y Palestina, y defiende la perspectiva, al fin, de un proceso de paz en una zona de conflicto permanente

Nunca, el adverbio fatídico. Lo oí una y otra vez en el pasado. Se trocó en una conjugación esperanzada: es posible. Se trata, como advertirá el lector o lectora, de la paz: un imposible deseado y necesario para ambas partes.

El reciente viaje del presidente Maragall ha suscitado la inefable controversia castiza del rábano y las hojas, al parecer maldición de esta tierra. Lo que importa, el meollo de un viaje, son sus objetivos, y la perspectiva, al fin, de un proceso de paz en una zona de conflicto permanente.

El Mediterráneo es un mar reducido y sus riberas están pobladas por gentes discutidoras y a veces pendencieras, creativas y diferentes hasta el infinito. Es sede y origen de una buena parte de la humana invención, desde las doctrinas de la razón hasta las creencias más enraizadas y excluyentes, el escenario del conflicto y a la vez la fuente de su solución.

Cataluña, España y Barcelona apuestan fuerte por el entendimiento
El 'aggiornamento' del proceso de Barcelona tendrá lugar en la misma ciudad

En Barcelona, en 1995, se dio un primer paso. El encuentro permitió proponer vías de solución para multitud de desencuentros. Vino precedido por el magnicidio de Rabin a manos de los fundamentalistas israelíes (Maragall le rindió tributo en Tel Aviv). Vino precedido también por los acuerdos de Dayton, que comenzaron a desactivar la catástrofe balcánica. Y fue una apuesta a la que el tiempo otorga validez creciente.

Hoy la Unión Europea somos más, estamos casi todos, por así decirlo. Algunos esperan en la puerta, como Turquía, verdadera plaque tournante de un desafío planetario.

Al sur y al este, del aksa al gharb, o si lo prefieren de las columnas de Hércules a las escalas de Levante, ríos de gentes que las fronteras no pueden detener -no en vano la historia milenaria acuñó el éxodo-. Y ríos de cultura y de literatura excelente, de Ibn Battuta a Maaluf o Amos Oz.

El Reino Unido presidirá la UE en el segundo semestre de 2005, en el aniversario de Barcelona 95. Saltando convenciones, el aggiornamento del proceso de Barcelona tendrá lugar en la misma ciudad. Gesto con escasos precedentes, pues tampoco se trata de la capital del Estado anfitrión. Debemos saludarlo con alborozo. La iniciativa del presidente Zapatero del diálogo entre civilizaciones tiene su oportunidad en noviembre de 2005.

El esfuerzo de Cataluña y Barcelona en 1995 ha sido justamente valorado. A ello han contribuido los esfuerzos del Gobierno central y del catalán. Esto es, la conjunción de la diplomacia española, dirigida por el mejor conocedor del tema, que es Moratinos, y de la cooperación española de Pajín, con la diplomacia subestatal encabezada por el presidente Maragall, de modo singular con la cooperación catalana en aquella zona.

Así estamos cuando la anécdota -sin hurtarle relevancia noticiable- se convierte en categoría. La vocinglería patriotera mezclará churras y merinas ad náuseam. Su ruido, sin embargo, no podrá impedir que la voz de los desasistidos de Gaza y del largo viaje de las pateras alcance la mesa de las decisiones sobre la paz, la sostenibilidad y la seguridad de nuestras riberas.

Nunca fue ayer, acaso hoy. Es posible, mañana o incluso hoy mismo. El hartazgo de violencia y de sinrazón alcanza a la sociedad israelí y de modo dramático a la desesperación palestina. Que nadie se engañe: las cesiones son producto de una angustia insoportable para ambas partes.

Se nos dice que los muros son provisionales, mientras sirvan para fijar más de un punto de no retorno. Se puede y se debe evacuar la provocación de los asentamientos de Gaza. Y a la vez se trazan las comunicaciones de Maal'Adumin dentro de la piel de leopardo asignada a Palestina, dibujando el cerco sobre Jerusalén.

Todo a la vez, con una carga demográfica creciente que algunos confían en controlar cuando se produzca el crecimiento económico y la estabilidad social. Pero entre tanto, ¿qué hacer con una población joven, numerosa e inactiva?

Sin embargo, asoma un gramo de optimismo. La fatiga contribuye no poco, y es mérito de judíos, cristianos y musulmanes, de israelíes y árabes. La UE, en todos sus niveles y bajo cualquier circunstancia, ha de convertirse en actor decisivo. Se está a tiempo. Estados Unidos ya interviene de manera harto activa. Y China ha desembarcado, tomemos nota, de Oriente Próximo al Magreb.

En este contexto entenderemos mejor las acciones de la llamada diplomacia subestatal, que contribuye de modo eficiente al entendimiento entre las gentes, entre los pueblos de nación y lengua diversa, se corresponda ésta o no con las fronteras estatales.

Es más necesaria que antes, y más posible, la reconstrucción del tejido económico, o mejor la construcción de un ámbito económico basado en la cooperación y las inversiones, y acompañado del instrumento financiero, el Banco Euromediterráneo.

Asoma por el horizonte un posible marco de paz, seguridad y estabilidad que conduce a la implicación de la sociedad civil, desde los empresarios a las ONG.

En definitiva, estamos hablando de la emergencia de una región mundial, la mediterránea o euromediterránea; en realidad, una de las más antiguas de la humanidad.

El Instituto Europeo del Mediterráneo, consorcio del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación, la Generalitat de Cataluña y el Ayuntamiento de Barcelona, ha aportado su modesta contribución a la apuesta de BCN+10.

A lo largo de 2005, las oportunidades se van sucediendo: desde el encuentro UE-Turquía al North Africa Bussines Development Forum; desde el reencuentro en el Sáhara de la figura señera de Duran Farell a la exhibición de las joyas amazig y el debate sobre esta cultura; desde el vigésimo aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas con Israel a la reunión prevista de los media de todas las riberas, tan importantes por la proyección de la imagen recíproca.

Todo ello ha sido y es posible merced a la colaboración interinstitucional, del CIDOB, de la Agencia Catalana de Cooperación, de la AECI, de la Cámara de Comercio de Barcelona, de los departamentos de la Generalitat y de un largo y fecundo etcétera de contribuciones generosas.

Cataluña, España y Barcelona apuestan fuerte por el entendimiento. Conocer las dificultades es el comienzo para resolverlas. Contribuir a cambiar el adverbio cruel por la amable conjugación es posible.

Ricard Pérez Casado es presidente de la Comisión Delegada del Instituto Europeo del Mediterráneo y doctor en Historia Contemporánea.

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