Prolifera el fracaso
La Conferencia para la revisión del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) ha concluido en Nueva York con un fracaso que no por esperado resulta menos inquietante. Las tres comisiones -desarme, empleo pacífico de la energía nuclear y mayores competencias para la Agencia Internacional de Energía Atómica (OIEA)- suspendieron el jueves las negociaciones sin acuerdo. Cuando más falta hace un consenso para evitar que nuevos países adquieran el arma, para que reduzcan drásticamente sus arsenales los que las poseen y para combatir con efectividad el tráfico ilegal de productos nucleares o radioactivos, que se ha disparado en la década pasada, los frentes se han enquistado de forma dramática. Mientras los países con este armamento sólo ponen interés en que no las consigan otros, los países no nucleares quieren ver claros signos de desarme por parte de aquellos y se niegan a renunciar a adquirir la tecnología necesaria para el doble uso, es decir la producción energética pero también la bomba.
El documento final presentado por el presidente de la Conferencia, el brasileño Sergio de Queroz Duarte, sólo viene a confirmar que hoy es imposible cualquier acuerdo de mínimos incluso entre los 189 países participantes. Reflejo de ello son los comentarios de algunos representantes europeos que señalaron que el único éxito de la Conferencia es que el TNP siga existiendo. El Tratado ratificado en 1970 por las entonces cinco únicas potencias nucleares (EE UU, URSS, Reino Unido, Francia y China) surgió para evitar que otros países se hicieran con armamento atómico y para buscar un equilibrio de controles entre los cinco.
No se puede decir que en el año 2000 la conferencia tuviera mayor éxito. Llamó en una resolución a pasos decisivos en el desarme nuclear que nadie ha cumplido. Si en 1970 eran sólo cinco las potencias nucleares, en 2000 ya se habían sumado a ellos Israel, Pakistán e India, ninguno de los cuales se había adherido al Tratado, y hoy Corea del Norte parece ser capaz de construir varias bombas e Irán apenas disimula su intención de poseerla. Y la OIEA ha registrado desde 1993 hasta hoy 540 incidentes de tráfico ilegal de productos nucleares que fácilmente podrían caer en manos de terroristas cuando ya están disponibles para estados como Corea del Norte. Triste balance por tanto de la conferencia y un motivo más de inquietud en este principio del siglo XXI.
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