Romeo tenía pantalón corto
Hace una década, en Seattle, la esquina noroeste de Estados Unidos, una profesora de 34 años, casada y madre de cuatro hijos, fue acusada de seducir a un ex alumno de 13. Reincidente, recibió una condena de siete años de cárcel. Prensa, televisión y películas se zambulleron en una historia ideal para la sed infinita de morbo de amplias audiencias. Ahora, lo que para muchos fue un escándalo se ha convertido en algo parecido a una historia de amor de verdad: Mary Kay Letourneau acaba de casarse con aquel chico, Vili Fualaau, un samoano-americano que hoy es un joven de 22 años.
En una sociedad en la que las interioridades del proceso de Michael Jackson por presunto abuso sexual de menores son morbosamente absorbidas y en donde la aventura de Jennifer Wilbanks, una novia que escapó del altar, interrumpen la programación de los canales de televisión por cable, la historia del amor prohibido de Mary Kay Letourneau y Vili Fualaau encaja a la perfección y permite tomar partido con más desahogo que otros escándalos: son legión los que creen que se trata de un ejemplo de que, a veces, Cupido escribe derecho con flechas torcidas, aunque son también muchos los que se escandalizaron por el origen y por el desenlace, y sobre todo, por los que celebran el desenlace.
Son legión los que creen que es un ejemplo de que, a veces, Cupido escribe derecho con flechas torcidas, aunque también son muchos los escandalizados
Mary Kay Letourneau tenía 34 años, y el samoano Vili Fualaau, 13, aunque él aseguró en el proceso que era sexualmente activo desde los 10
Uno de ellos es el periodista de Seattle Ken Schram: "No contenta con cargarse la infancia de Vili, la pérfida Mary Kay intenta ahora estropear su vida para siempre". Schram cree que el joven "fue y sigue siendo una víctima, aún manipulado por la mujer que le asaltó sexualmente cuando él no tenía aún 13 años", y tiene una opinión definitiva: "Mary Kay dice que aquello era amor; muchos creemos que fue una violación".
Situación doméstica tensa
La historia es fascinante desde el primer minuto. Mary Kay vivía con su marido Steve y sus cuatro hijos y daba clases en un colegio cerca de Seattle. La situación en la casa era tensa: los dos sueldos -él trabajaba en el aeropuerto cercano- no siempre daban para pagar las facturas. Las peleas eran frecuentes, y se agravaron cuando Mary Kay sospechó -con razón- que Steve tenía una relación con otra mujer. Un día de junio de 1996, el mal humor de Steve se descargó sobre Mary Kay, que, como en muchas otras ocasiones, tenía en casa a un antiguo alumno al que había dado clase a los siete años. Vili, que tenía entonces 13, fue testigo de una nueva bronca familiar. Salió de casa y se fue corriendo. Minutos después, Mary Kay cogió su coche y salió a buscarle. Le encontró, le invitó a subir, le pidió perdón por la escena y se echó a llorar mientras le contaba su triste vida.
Vili consoló a su antigua maestra y los abrazos se convirtieron en besos. Sensible a las muestras de cariño -que ya habían dejado de ser muestras de cariño-, ella respondió con intensidad. Había anochecido: un policía de ronda nocturna se acercó al vehículo. Mary Kay dijo que era profesora e improvisó que estaba cuidando a Vili porque su madre trabajaba. El policía preguntó por la edad del chico: "Dieciocho", mintió la profesora. Extrañado, el policía le preguntó a él: "Catorce", rebajó de golpe. Había suficiente como para ir a comisaría. Desde allí, los agentes llamaron a la madre del chico, Soona Fualaau, que desactivó la situación: "Me fío de ella".
Salvada por la campana. Pero la chispa no se apagó: a los pocos días tuvieron su primera relación sexual. En los meses siguientes, según el testimonio de Vili, lo repitieron "unas 300 o 400 veces". La rubia Mary Kay tenía 34 años, y él, 13, aunque el samoano aseguró en el proceso que era sexualmente activo desde los 10. Los explosivos detalles dejaron al país boquiabierto, y a la familia de Mary Kay, más aún, aunque luego se supo que John Schmitz, su padre, un católico ultra que llegó a ser, en 1972, candidato presidencial del extremista Partido Independiente, había predicado en el púlpito político una moral que no aplicaba en su vida personal: Schmitz mantuvo una relación extramarital secreta, en la que tuvo dos hijos con una antigua alumna. La historia se repetía: ni ella era "la chica típicamente americana" -el título de la película sobre su caso- ni su padre fue lo que trataba de aparentar en los mítines.
En octubre de 1996, después de aquel tórrido verano, Mary Kay contó a una amiga -según el libro Si amarte no está bien, de Gregg Olsen- que estaba enamorada: "Me lo describió, sin decirme quién era, como la persona más maravillosa del mundo, lo que había estado buscando toda su vida. Me dijo que había encontrado el amor ideal, con el que hablaba de todo, su alma gemela". Días después, la amiga recibió otra llamada: "Estoy embarazada, y no de Steve", le dijo Mary Kay, y añadió que quería hacer pensar a su marido que el niño era suyo. "Aunque no creo que dure el engaño después del parto". "¿Por qué?", preguntó la amiga. "Porque el niño tendrá pelo negro y piel oscura".
No hizo falta llegar al parto. Steve dedujo que aquel embarazo no era suyo. Su malhumor aumentó y empezó a pegar a Mary Kay, una vez, según declaró ella, en el vientre. En febrero de 1997, un primo de Steve hizo un par de llamadas anónimas, una a las autoridades escolares y otra al servicio de Protección de Menores, para denunciar que la profesora Mary Kay Letourneau tenía relaciones sexuales con un chico de 13 años. Un día después, una policía habló con Vili. En el libro de Olsen se cuenta que la agente escribió: "Le pregunté por la relación. Se quedó callado y no dijo nada. Le pregunté si era como una relación de salir con una chica, y dijo que sí. Le pregunté si habían llegado más lejos, y Vili dijo que habían tenido relaciones sexuales".
Mary Kay, ya con una notable tripa, fue citada por el director de la escuela. Del despacho salió detenida. En comisaría contó todo entre lágrimas. El frenesí mediático, perfectamente descriptible, se desató. Los padres del colegio interrogaron a sus hijos para averiguar si se hallaban ante una violadora de menores en serie. Pronto quedaron tranquilos.
Libertad provisional
Mary Kay quedó en libertad provisional. Antes del juicio, los médicos determinaron que sufría desorden bipolar y la trataron con medicinas y psiquiatría. En mayo dio a luz a una niña, Lokelani, Rosa de los Cielos en samoano. Aunque tenía prohibido ver a Vili, el chico iba con frecuencia a la casa, cambiaba los pañales a su hija y le daba el biberón. A la espera del juicio, defensa y acusación coincidieron en que Vili -que declaró que no era víctima de nada- había iniciado las relaciones. Pero, con la ley en la mano, ella era culpable de violación de un menor.
Se llegó a un acuerdo: Mary Kay se confesó culpable, aceptó tomar la medicación durante seis meses y pasar tres en prisión. La juez Linda Lau aceptó con dos condiciones: la renuncia a la custodia de la niña y el compromiso de no ver nunca más a Vili. Mary Kay dijo que sí. En enero de 1998 salió de la cárcel. El 3 de febrero, una patrulla de Seattle volvió a descubrir a la impetuosa e imprudente pareja en el interior de otro automóvil, y no precisamente hablando. La juez Lau le echó tremenda bronca: "No es culpa del sistema, es culpa suya". Total: siete años y medio de cárcel. Pronto se supo que estaba embarazada de nuevo. En octubre dio a luz a su segunda hija.
Y todo terminó en boda...
MIENTRAS ELLA ESTABA en la cárcel, Vili -que trató por todos los medios, más o menos elegantes, de conseguir dinero de la historia- repitió que lo que había era amor: "Me casaré con ella. Es mi mundo, mi vida. Tengo un anillo esperando para ella", dijo a Oprah Winfrey.
Dicho y hecho. Mary Kay salió de la cárcel el 4 de agosto de año 2004, y el viernes de la semana pasada se convirtió en Mary Kay Fualaau.
El acceso a la boda, celebrada en una pequeña bodega cerca de Seattle, fue prácticamente imposible, excepto para 200 personas. Mary Kay y Vili intercambiaron promesas matrimoniales que ellos mismos habían redactado antes, según una de las invitadas, la productora de televisión Janet Annino. Linda Bell, productora ejecutiva de Entertainment Today y The Insider, que compraron -se dice que por 750.000 dólares- los derechos, ha declarado que no es un caso de información-basura, sino de amor:
"Y es una historia que es de enorme interés para las mujeres". Bay Richmond, de hollywoodreporter.com, escribe: "Quizá ése es mi problema, que no soy una mujer. Pero yo creo que esto no es más que convertir a unos chiflados en celebridades y justificarlo diciendo que forma parte de la cultura pop y del entretenimiento informativo". En los blogs, que entraron con fruición en el asunto, un arco iris de reacciones: "Qué bonito, celebrando una perversión", "Por lo menos su unión ya no es ilegal ni un pecado", "Es maravilloso, la mejor solución: celebrémoslo".
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