El triunfo de los supervivientes de Sintel
230 empleados de la ex filial de Telefónica sacan adelante su propia empresa
Después de 187 días viviendo en tiendas de campaña en el paseo de la Castellana de Madrid, los trabajadores de Sintel -antigua filial de Telefónica hasta 1996- levantaron el Campamento Esperanza. Era el 3 de agosto de 2001. Ese día alcanzaron un acuerdo con el Gobierno, los sindicatos y Telefónica. Desaparecía así el símbolo de uno de los conflictos laborales con más repercusión en España. La quiebra de la empresa Sintel en julio de 2000 había dejado en la calle a 1.750 trabajadores. Hoy, más de 200 de aquellos trabajadores gestionan con éxito Sintratel, una empresa "social y solidaria" que ofrece servicios de telecomunicaciones, con la ilusión de ofrecer un empleo a sus antiguos compañeros.
"No hay objetivos individuales, es un objetivo de grupo", afirma un responsable de la nueva sociedad
Todo comenzó dos años después del acuerdo de 2001. Entonces, muchos trabajadores aún seguían sin trabajo y habían agotado las prestaciones de desempleo. Un grupo del personal de la antigua Sintel decidió crear una sociedad para salir adelante y colocar a "los 1.000 compañeros que aún estaban en la calle", explica Adolfo Jiménez, antiguo líder de las movilizaciones y actual responsable técnico y comercial de Sintratel.
En noviembre de 2003, después de muchas decepciones y "sin apoyos de ningún tipo", nace Sintratel en un pequeño local de poco más de 35 metros cuadrados en el polígono industrial Los Ángeles, en Getafe. "Era nuestra última oportunidad laboral; fue por dignidad", explica Valeriano Aragonés, de 49 años, antiguo trabajador de Sintel.
Los responsables de la empresa recuerdan con dureza aquella época. "Cuando presentamos el proyecto a las autoridades, éstas lo calificaron de utópico", recuerda Jiménez. Un año y medio más tarde, Sintratel cuenta con casi 230 trabajadores indefinidos repartidos por toda España, con una media de edad de 48 años. Durante 2004, el primer año de actividad, la sociedad de servicios de telecomunicaciones facturó más de cuatro millones de euros. Y logró un pírrico beneficio de 3.000 euros, que, aunque escaso, tiene un gran significado para los empleados de la empresa. "El verdadero beneficio han sido los salarios que Sintratel ha podido pagar".
La ilusión brilla en los ojos del centenar de técnicos que están en las oficinas de Madrid. "Es la satisfacción de sacar un proyecto común adelante", reconoce Jiménez. El responsable de producción, Aragonés, lo define así: "Es una sociedad con un interés social, pero que no olvida los aspectos económicos".
Pero el conflicto de Sintel aún permanece en sus cabezas. Como reconoce Jiménez, Sintratel, "es el cordón umbilical de Sintel, es la prolongación". Por eso, los trabajadores no disfrutaron de vacaciones durante el primer año, y renunciaron a las horas extraordinarias. El objetivo: crecer todo lo posible para dar cabida al resto de compañeros que aún no tienen un empleo. "Si las cosas salen bien, los trabajadores no ganaremos más, sino que entrará más gente. Es un compromiso colectivo", asegura Aragonés.
"No hay objetivos individuales, es un objetivo de grupo", recuerda Jiménez. Sintratel es una sociedad que se basa en la solidaridad y en el empleo responsable. Eso explica que no haya jefes, sino responsables de áreas, "pero a un nivel casi horizontal". El año pasado significó para Sintratel "una explosión laboral", según lo define Aragonés. Y añade ufano: "Creamos más de 250 empleos. Todos ellos indefinidos". En marzo de 2004 Sintratel contaba ya con 225 empleados. "Tuvimos que poner freno al crecimiento para digerir y consolidar el negocio", cuenta Jiménez.
Ahora, la empresa ha diversificado su actividad para acceder a otros mercados. Jiménez asegura que han "rechazado proyectos de 10 millones de euros, pues significaba entregarnos a un solo cliente. Ya aprendimos la lección con Telefónica". Algunos de los representantes sindicales de Sintel son ahora responsables de la sociedad. Aragonés no lo duda: "Hacemos lo mismo, pero en diferente terreno de juego".
Después de un frenético ejercicio ya planean el próximo reto: en 2007 prevén contar con más de 400 trabajadores.
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