Arranca el oleoducto que permitirá a Occidente el suministro desde el Caspio
El nuevo conducto tiene 1.767 kilómetros y ha costado más de 2.800 millones de euros
El crudo comenzó a fluir ayer por el nuevo oleoducto que une los yacimientos petrolíferos del mar Caspio con la costa turca del Mediterráneo, atravesando el territorio de tres países (Azerbaiyán, Georgia y Turquía). El oleoducto Bakú-Tbilisi-Ceyjan, que tiene 1.767 kilómetros y ha costado 3.600 millones de dólares (2.860 millones de euros), es un proyecto estratégico por ofrecer a Occidente una alternativa a las otras dos principales rutas de transporte del crudo del Caspio disponibles hasta ahora, por territorio ruso o vía mar Negro por el sobrecargado estrecho del Bósforo.
Tras llenarse paulatinamente de petróleo en los próximos meses, el oleoducto comenzará a ser explotado comercialmente en el último trimestre de este año. Su inauguración culmina un proceso que comenzó en 1994 con la firma de un contrato entre el Gobierno de Azerbaiyán y un consorcio de compañías internacionales dispuestas a explotar varios yacimientos del Caspio. En Sangachal, una terminal al sur de Bakú, se reunieron ayer el secretario de Energía norteamericano, Sam Bodman, y los presidentes de Azerbaiyán, Georgia y Turquía, así como el de Kazajistán, país que planea incorporarse al oleoducto en el futuro.
La capacidad de la nueva ruta, construida en algo más de dos años, es de 50 millones de toneladas anuales. Sus expectativas de rentabilidad se basan no sólo en la producción de petróleo de Azerbaiyán, que en 2005 se estima en algo más de 40 millones de toneladas, sino también en la posibilidad de canalizar el petróleo de otros países, especialmente Kazajistán, a medida que su producción se incremente.
El consorcio constructor del oleoducto, formado por una decena de compañías, está liderado por la británica British Petroleum, con una participación de algo más del 30%. Rusia se automarginó del proyecto por consideraciones políticas, cuando el Kremlin decidió torpedear la iniciativa por percibirla como una competencia. Plegándose a esta política, en 2002 la compañía Lukoil renunció al 10% de las acciones que poseía en el consorcio en beneficio de una empresa japonesa.
Hasta ahora, Azerbaiyán ha exportado su petróleo por dos rutas diferentes, ambas en el mar Negro. La primera, al puerto ruso de Novorrosisk, y la segunda, a Supsá, en Georgia. Con el nuevo oleoducto, Bakú ve reforzada su posición internacional. El presidente de Azerbaiyán, Ilján Alíev, ha exhortado a Transneft, el monopolio de transporte de crudo ruso, a reconsiderar sus tarifas. Alíev ha reiterado una oferta a Rusia para invertir el sentido del oleoducto Bakú-Novorrosisk con el fin de transportar crudo ruso a Azerbaiyán (y no al revés), y utilizar así el conjunto de refinerías heredadas de la URSS, cuya capacidad es de 22 millones de toneladas anuales.
El oleoducto Bakú-Tbilisi-Ceiyan es un proyecto económico y no político y está abierto a las compañías rusas, según subrayó el presidente Alíev.
Kazajistán, por su parte, se plantea de momento una participación limitada en el oleoducto, mediante una flotilla de petroleros que transportarán el crudo desde el puerto de Artau en el Caspio. En el futuro, sin embargo, podría emprender la construcción de un oleoducto submarino en el Caspio, un plan al que Rusia se muestra reticente alegando razones ecológicas.
Kazajistán estima producir 100 millones de toneladas de crudo en 2010 y 150 millones de toneladas en 2015. El oleoducto Bakú-Tbilisi-Ceiyan y la ruta del norte del Caspio por Rusia serán entonces insuficientes para asegurar sus exportaciones, según el presidente Nazarbáyev.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.