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58º FESTIVAL DE CANNES

Jim Jarmusch y Bill Murray hacen reír con su tragicomedia 'Broken flowers'

El Día de Europa reunió a numerosos ministros de Cultura, con ausencia de Carmen Calvo

Por fin se oyeron carcajadas en una película a concurso. Desde el inicio de Broken flowers (Flores rotas), el público agradeció encontrarse ante una comedia, como tregua a los sinsabores vistos hasta ahora. No obstante, Flores rotas es realmente una tragicomedia que habla de la soledad y de disparates de este mundo. Fue recibida con gran ovación, como igualmente El niño, de los hermanos Dardenne, que se perfila como una favorita. Mientras tanto, el Día de Europa reunió a ministros de Cultura de 18 países. Carmen Calvo justificó su ausencia por obligaciones parlamentarias.

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En Broken flowers, Bill Murray repite el mismo personaje hierático, a lo Buster Keaton, que le hemos visto en películas anteriores. Su divertida expresión de estupor ante los desatinos que le suceden despierta la complicidad inmediata del público. A Murray le basta una mirada o un simple gesto facial para expresar lo que siente el personaje, y el espectador está con él. Viendo en la tele una película sobre Don Juan, inmóvil en el sofá, medio a oscuras, en soledad, Bill Murray perfila los trazos maestros de un hombre melancólico y perplejo ante la vida. Así empieza la película. Su última amante le está abandonando, maletas en la mano, mientras él permanece ante la tele hipnotizado. Luego se echará a dormir en el mismo sofá.

Una carta anónima de una antigua amante le hace saber que tuvo un hijo suyo, y que el muchacho, ahora de 20 años, ha ido en su busca. El hombre emprende un viaje para visitar a cuatro de las novias de aquellos tiempos para saber quién le escribió, y Jim Jarmusch aprovecha su periplo para caricaturizar un cierto tipo de vida americana. U otras soledades, como la de los personajes de Sharon Stone, Frances Conroy, Jessica Lange y Tilda Swinton, las cuatro ex amantes, que las actrices impregnan de un humor inteligente. Pocas veces ha contado Jarmusch con reparto tan brillante.

La siguiente de la jornada fue una gran película. L'enfant, de los hermanos Jean-Pierre y Luc Dardenne, que en 1999 ganaron la Palma de Oro con Rosetta. L'enfant es una nueva crónica social que estos cineastas belgas tratan con estilo documental, como ya hicieran en La promesa o El hijo... L'enfant del título no es el bebé que ha tenido la joven pareja, sino el padre, un delincuentillo chapucero de 20 años, sin rumbo en la vida, un claro perdedor. No se le ocurre otra cosa que vender el bebé. Desde entonces, todo le irá peor aún. Es un chaval ingenuo, inmaduro, en un mundo sórdido, que la película retrata con objetividad, sin subrayados, haciendo que nos zambullamos en él. El declive de este muchacho, sus angustias, están representadas por el actor Jérémie Renier, habitual en el cine de los hermanos Dardenne, de forma tan intensa y creíble que parece nacido de un documental. La película sería otra sin él. Hay quien reprocha a L'enfant ciertas inverosimilitudes de guión, que no conviene desvelar ahora. En cualquier caso, la ovación con que fue premiada perdonaba con creces esas posibles inexactitudes.

Por su parte, no hubo ovación en la tercera del día, Shangai dreams, del chino Wang Xiaoshuai, que hace añorar su excelente La bicicleta de Pekín. Cuenta que en los años sesenta, miles de obreros acudieron a la llamada del Gobierno para crear fábricas en pueblos del interior. Veinte años después, siguen sin regresar a sus lugares de origen. En ese clima de mundo cerrado, una muchacha es amonestada constantemente por su padre, uno de esos obreros, que quiere mantenerla incontaminada para que el día en que regresen a la ciudad estudie y progrese. El cerco sobre la muchacha se hace insostenible. Sanghai dreams es un bienintencionado retrato social, con personajes de una pieza, y que se alarga demasiado.

Mientras tanto, 18 ministros europeos de Cultura se reunían bajo la presidencia de la comisaria europea de Información, Viviane Reding, que explicó los puntos sobre los que se quiere trabajar: el reconocimiento internacional de los derechos de autor, la creación de una sociedad europea de autores, y guerra a la piratería. Hubo luego una comida, con Michael Winterbotton como invitado de honor. Algunos echaron de menos la presencia de Carmen Calvo, que tuvo que permanecer en Madrid. Una vez concluida la comida, por lo bajini, algún ministro europeo expresó su escepticismo respecto al logro de los objetivos que pretenden, "pero algo habrá que hacer, nunca se sabe", concluyó.

De izquierda a derecha, Jim Jarmusch, Tilda Swinton y Bill Murray, ayer en Cannes.
De izquierda a derecha, Jim Jarmusch, Tilda Swinton y Bill Murray, ayer en Cannes.ASSOCIATED PRESS

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