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Columna
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Ramon Besa

Bota todavía el Barcelona por la Liga ganada frente al Levante después del empate del Madrid en Sevilla. La explosión de barcelonismo en las calles resultó tan estremecedora como redonda fue la fiesta en el Camp Nou. La directiva, siempre en el escaparate, supo dar por una vez un paso atrás y cedió el protagonismo al entrenador y a los futbolistas, que se entregaron a un intenso cuerpo a cuerpo con los aficionados, especialmente felices y dichosos.

No hubo más intermediario entre la grada y la cancha que Joan Manuel Serrat, una voz igualmente reconocida por los jugadores y los seguidores, propios y ajenos, prueba de su universalidad. Nada mejor que un cantautor que defiende la zamarra de los veteranos azulgrana y cuida de la pelota para engrandecer una fiesta alejada de los escenarios políticos en que los guiños y proclamas de las autoridades acostumbraban a ser más noticia que las bravatas de los campeones, como ocurrió con Dueñas cuando cantó "Madrid se quema" sin que ningún madrileño se sintiera chamuscado.

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Los homenajeados en una ceremonia laica eran los jugadores, y la gent blaugrana se lo pasó en grande con sus ídolos hasta que Eto'o tomó la palabra y entonces ardió Troya. "¡Madrid, cabrón, saluda al campeón!" gritó el camerunés hasta seis veces de acuerdo a las cuentas que echaron los que se sintieron agraviados y quienes le jalearon. Eto'o se equivocó y bien merece que le reprendan y multen, incluso después de haber pedido perdón, porque no procedía el insulto, y menos en un jugador que ha tomado la bandera contra el racismo. El fútbol siempre concede la revancha, y el delantero se la tomó en el Bernabéu con el Mallorca cuando señaló a Florentino Pérez y le riñó por no guardarle plaza en la galaxia. Eto'o fue entonces aplaudido por su ingenio. El domingo, en cambio, actuó de forma ventajista porque la venganza es un plato que se sirve frío y no en caliente.

La actitud de Eto'o, sin embargo, no debe servir de excusa al madridismo, que apunta hacia todos los lados menos a la diana, al punto que parece encontrarse en el mismo campo de tiro que estuvo durante largo tiempo el barcelonismo: que si la prensa, que si los árbitros, que si los políticos. A eso se le llama victimismo o así se diagnosticó en Madrid cuando lo sufría el Barcelona.

Resulta sorprendente comprobar que frente al silencio de la Plaza de Sant Jaume, la palabra la haya tomado la Comunidad de Madrid, que en boca de su presidenta, Esperanza Aguirre, se ha preguntado incluso por el barcelonismo del presidente del Gobierno, como si ser del Madrid fuera normal -Aznar ya dijo a su regreso de las Azores que todo estaba en orden porque había ganado el Madrid y perdido el Barça- y militar en el Barça resultara peligroso. De seguir por ese camino, al Real Madrid le puede pasar con Eto'o lo mismo que le pasó al Barcelona con Figo.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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