Alsa reclama billetes más caros
El diésel se ha encarecido el 25,2% en un año y las tarifas sólo el 3,04% en igual periodo
Llenar el depósito de un autobús de Alsa cuesta un 25,2% más que hace un año. El encarecimiento se ha dejado sentir en la cuenta de resultados, dado que el combustible representa el 20% de sus costes.
En marzo de 2004, llenar el depósito de un autobús o autocar (400 litros de gasóleo) costaba 274 euros. Un año después, el pasado mes de marzo, ese coste ya había ascendido a 343 euros, es decir, el 25,2% más que 12 meses antes. Este encarecimiento del combustible tiene un impacto importante sobre la cuenta de resultados de las compañías, toda vez que el gasóleo representa el 20% de los costes de las empresas de transporte de viajeros por carretera.
Alsa considera que la actualización de las tarifas no es suficiente para compensar el incremento de costes por la subida de precio del gasóleo
Pero al operar en régimen de concesión administrativa, este tipo de operadores no puede repercutir libremente esa alza imprevista de costes sobre el precio que paga el viajero, salvo autorización gubernativa, por lo que en caso contrario ha de ser absorbido con cargo al margen de beneficio.
Ante esta situación, las empresas de transporte, cuyas tarifas están reguladas en virtud del régimen concesional en el que operan, solicitaron al Gobierno un incremento del 5% de los precios que pagan los usuarios. La Administración autorizó adelantar en enero un incremento a cuenta del 2,8%, que se completó en abril con otro 0,24% adicional, hasta llegar a un total del 3,04% (igual que el IPC previsto).
En la empresa Alsa, el mayor grupo español, explican que esa actualización de las tarifas no es suficiente para compensar el incremento de costes a causa del encarecimiento del combustible, por lo que la rentabilidad de las empresas de transporte de viajeros "se ve seriamente afectada, al estar soportando unos significativos costes adicionales en el precio del gasóleo (del 15% sólo en el primer trimestre de 2005) que originan pérdidas y un desequilibrio en las concesiones que explotan".
Las operadoras se quejan, a su vez, de que a pesar de la alta fiscalidad que grava el precio final del gasóleo, y que repercute directamente sobre el principal coste de explotación de las empresas, esos ingresos tributarios del Estado no revierten en unas mayores inversiones en infraestructuras viarias. "El Plan Estratégico de Infraestructuras y Transporte prácticamente olvida el transporte por carretera", señalan en Alsa. "Frente a esta situación, algunos de nuestros competidores, como las ferroviarias Renfe y Feve, tienen un tratamiento fiscal muy privilegiado en la compra del gasóleo".
Alsa recuerda que el incremento de precio del gasóleo ha sido últimamente muy superior al de las gasolinas. Pero, además, señalan, hace dos años se incrementó el impuesto sobre los hidrocarburos con la llamada "tasa sanitaria" en sus dos tramos: el nacional y, en algunas comunidades-caso de Madrid, Asturias y otras-, también el autonómico, lo que entraña un encarecimiento añadido no imputable en este caso a la cotización del crudo.
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