¿Tierra baldía?
Decía T. S. Eliot que abril es el mes más cruel porque mezcla recuerdos y deseos. Pero, aunque abril no haya sido un mes muy grato para los partícipes de fondos de renta variable, resultaría un poco exagerado decir que ha sido realmente cruel con ellos, ya que, en promedio (siempre hablando de los 4.700 que se distribuyen en España) han perdido un 1,38%. Bien es verdad que esas pérdidas se suman a las de marzo que ascendieron a 1,17%. Con todo, los fondos de renta variable aún ganan una media de 2,15% en el año en curso.
Los fondos que invierten mayoritaria o exclusivamente en renta fija solo han pasado por dificultades en febrero, cuando acumularon unas ligeras pérdidas medias de 0,37%. El primer cuatrimestre lo cierran con una rentabilidad promedio de 1,86%, algo que no deja de resultar asombroso si se tienen en cuenta los momentos tan difíciles por los que ha pasado el mercado de renta fija. En fin, el conjunto de los fondos de todo tipo que se distribuye en España ha acumulado desde enero una rentabilidad media del 1,62%
Por tanto, no parece que, por ahora, el año vaya ni excepcionalmente bien ni rematadamente mal para las diferentes clases de activos en que invierten los fondos. Sin embargo, la inestabilidad que han mostrado los cuatro últimos meses los diferentes mercados de renta fija y variable ha bastado para sembrar la inquietud.
Hay diferentes maneras de abordar la explicación de semejante inestabilidad. Una de ellas sería recordar los tres años y medio que han transcurrido desde que la economía de EE UU saliera de la recesión última, y los dos y medio en que las bolsas de todo el mundo han estado manteniendo una tendencia alcista: ambos periodos son lo bastante prolongados como para que pueda pensarse que, tanto el ciclo expansivo de la economía como el periodo alcista de la Bolsa, están alcanzando su fase de madurez, tras la que vendría una ralentización del crecimiento, que daría paso más tarde, o bien a una nueva fase expansiva o bien a una recesión. Las dudas de los diferentes mercados habría que atribuirlos, pues, al compás de espera que suele haber tras un periodo de bonanza, cuando aún no se tiene claro si va a continuar o no. Otro enfoque es el que puede adoptarse mirando el precio del petróleo y los tipos de interés. Haciéndolo así el diagnóstico sólo puede oscilar entre algo pesimista y muy pesimista, ya que, desde la II Guerra Mundial, casi todas las recesiones en EE UU han ido acompañadas de un incremento de ambos. La duda no estaría en ese caso en si va a producirse o no una desaceleración del crecimiento, sino en calcular la magnitud y el ritmo de la frenada. La primera estimación que ha realizado el Departamento de Comercio norteamericano sobre el crecimiento del PIB en el primer trimestre apunta en esa dirección: 3,1% frente al 3,8% del trimestre anterior.
¿Significa todo esto que los fondos de renta variable no podrán proporcionar este año una buena rentabilidad? La respuesta es que no necesariamente; de otra forma, el crecimiento de la economía de la Unión Europea, tan raquítico durante los dos últimos, años no hubiera permitido el que las bolsas europeas hubieran tenido las importantes revalorizaciones que acumularon desde marzo de 2003 hasta marzo pasado. Y es que una cosa es la marcha de las economías y otra el crecimiento de los beneficios empresariales que, en una etapa como ésta, de deslocalización de las empresas y de globalización de la economía mundial, no tienen por qué ir perfectamente sincronizadas: una empresa europea puede estar produciendo en China y exportando a EE UU.
La otra componente fundamental para la estabilidad de los mercados es la evolución que habrán de seguir en el futuro los tipos de interés. El menor nivel de actividad registrado en EE UU (que, por otra parte, coincide con su ritmo medio de los últimos 34 años) suavizará el ritmo de unas subidas que hasta hace poco todo el mundo daba por descontadas, y retrasará su inicio en Europa. De ahí que, salvo un aumento inesperado de la inflación, la perspectiva para los tipos de interés sea relativamente estable hasta el otoño y, justamente por eso, lo más probable es que, hasta entonces, los fondos de renta fija puedan acumular una rentabilidad moderada. Los de renta variable tendrán una vida más agitada.
En lo que va de año, la rentabilidad media de casi todas las clases de fondos ha sido positiva, aunque su peor comportamiento de los meses de marzo y abril haya amenazado con convertirla en tierra baldía. Puede que, hasta que lleguen los meses realmente crueles del otoño, sólo se esté tratando de una falsa alarma.
Juan Ignacio Crespo es director general de Finanduero.
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