No quiero pensar
SE AVECINA un debate sobre el estado de la nación muy devaluado. Sin Esperanza Aguirre, por ejemplo, que ha irrumpido en el paritorio nacional con una observación sagaz: Zapatero es del Barça, le tiene rabia a Madrid y provoca atascos. Frente a ella debería medirse Rodríguez Ibarra, que ha puesto sobre la mesa su propuesta de financiación autonómica con prodigiosa capacidad de síntesis: "Que se metan los cuartos por donde les quepan". (La obsesión de Ibarra por el orificio anal de sus rivales políticos es llamativa. Ya pasó con el indulto a Rafael Vera; ahora con "los cuartos". ¿Qué será lo siguiente que mande meterse Ibarra a los demás?).
Ausencia notabilísima será la de Ana Botella y sus acertadas denuncias sobre "el poderoso lobby homosexual" al que Zapatero ha decidido "satisfacer". ¿Habrá algo peor? ¡Un presidente de Gobierno satisfaciendo homosexuales a granel, en lobby!
Desde la retirada de Greta Garbo no se había vivido en la escena un vacío como el que vivimos sin Aznar
Estas denuncias suele hacerlas el PP mediante la fórmula "no quiero pensar". Por ejemplo: "No quiero pensar que ZP quiere congraciarse con Bin Laden". O bien: "No quiero pensar que ZP prefiere la dictadura a la libertad". Etcétera. No quiero pensar, como en un verso de canción de Manuel Alejandro interpretada por Rocío Jurado. En el debate hablará Rajoy, pero debería subir Acebes a la tribuna, y desmelenarse: "Señor presidente, señorías, hoy voy a interpretar la canción No quiero pensar. Dedicado al presidente, allá va: No quiero pensar / que tienes pacto oculto, / que te entregas a la ETA / en la noche, así a lo bruto. / No lo quiero pensar / no lo quiero pensar, / pero me lo repite / un señor con bigote".
En efecto, con motivo de la promoción de su libro de retratos De Fraga a Bush (inicialmente pensó en llamarlo De oca a oca y tiro porque me toca), ha vuelto a asomar el gran, el irrepetible, el asombroso José María Aznar. Desde la retirada de Greta Garbo no se había vivido en la escena un vacío como el que vivimos sin Aznar. Reuniendo los mensajes de estos días de promoción, se descubre un hilo lógico: Zapatero despedaza España para entregarla a ETA, Al Qaeda, Francia, Cataluña y Marruecos. Ahí es nada. Las conversaciones en casa tienen que ser tremendas.
-¿Tú crees, Jose, que El Intruso tiene pacto secreto con el poderoso lobby mosesual?
-No lo quiero pensar, pero hoy campan a sus anchas por España terroristas, mosesuales y satanistas.
-¿Satanistas?
-Se hacen llamar laicos, pero son satanistas.
-Ay, madre.
-Sé lo que me digo. A mí el lobby mosesual me presionó mucho; son poderosos. Pero yo más.
-Tú eres el más poderoso.
Otra ausencia: el líder de la oposición, Maragall. Sí, nominalmente es Rajoy, pero a quien los diputados del PSOE tienen ganas, de verdad, es a Maragall. Con Rajoy se sienten incluso solidarios, como víctimas de Aznar. Si además de Maragall acudiera Carod-Rovira sería apoteósico. (Sí estará Joan Puigcercós, para disertar sobre su pieza maestra: Tengo un bote y me lo quieren chupar). En fin. Ni Esperanza, ni Ibarra, ni Botella, ni Aznar, ni Carod, ni Maragall. Qué debate. Como partido del Madrid sin galácticos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.