Pleitear por 10 millones

La sanción que la Federación Internacional del Automóvil (FIA) ha impuesto a la escudería BAR Honda no va a acabar ahí. Al margen de la reacción que pueda tener ésta, absolutamente imprevisible pero seguro que importante, hay algunas otras firmas que se están planteando muy seriamente querellarse contra la anglo-japonesa reclamando daños y perjuicios relativos a 2004. En el paddock de la fórmula 1 son muchos los que están convencidos de que BAR Honda utilizaba ya el mismo sistema -un doble depósito que le servía para alcanzar el peso mínimo exigido al coche, 600 kilogramos- durante la pasada temporada, en la que concluyó en la segunda posición de la clasificación por marcas.

El mismo Max Mosley dejó entrever, en una reciente entrevista, que no le extrañaría que algunos equipos acudieran a los tribunales exigiendo una indemnización. Eso sí, el presidente de la FIA agregó también que lo ocurrido en 2004 había ya prescrito y que, por tanto, a nivel deportivo no sería impugnado.

Pero una cosa es el aspecto puramente deportivo y otra las consecuencias económicas que bajar un puesto en la clasificación de la F-1 pueden suponer para una escudería. Hay muchos ingresos que dependen del puesto alcanzado: el premio directo por la posición conseguida, los derechos de televisión, la parte proporcional aportada en los videojuegos que se comercializan anualmente y todas las cuestiones de imagen.

Una evaluación aproximada de la diferencia que puede suponer para un equipo ser segundo o tercero lleva a una cifra que se sitúa en alrededor de 10,4 millones de euros. Así que, si alguien puede demostrar que acabó segundo el año pasado de forma fraudulenta, BAR puede sufrir un vendaval de reclamaciones económicas procedentes de las escuderías que quedaron por detrás, que fueron exactamente ocho.

Quien más perjudicado se siente es Flavio Briatore, el director de Renault y el peor enemigo. La marca francesa concluyó el año en el tercer luegar, por detrás de BAR, y ahora está convencida de que merecía el segundo. Pero, tras Renault, hay otras escuderías también muy potentes que podrían seguir los pasos de los franceses.

El error de BAR es uno de los más graves que han ocurrido en el Campeonato del Mundo de la F-1. Y la FIA fue muy blanda en la imposición de la sanción, que podía alcanzar incluso los seis meses de descalificación. Se quedó en la anulación de los resultados de Imola -lo que le supuso perder todos los puntos que había conseguido hasta el momento- y la prohibición de competir en las dos próximas carreras, las de España y Montecarlo. Honda optó finalmente por no recurrir a los tribunales y aceptar la sanción como un mal menor, sabiendo que cualquier reacción jurídica podría tener consecuencias impredecibles para ellos y para la imagen de la F-1.

Pero todo esto no termina ahí. Porque, al margen de lo que finalmente puedan decidir los japoneses y de las posibles reclamaciones, ahí está el hecho de que la escudería ha perdido prácticamente el tren de la temporada. Tres carreras suponen muchos puntos y difícilmente los podrá recuperar. Cuando vuelva, partirá casi sin posibilidades en el Mundial de pilotos y en el de constructores. Debería hacerlo muy bien a partir del Gran Premio de Europa.

Por el momento, el equipo va a reagruparse, se entrenará muy fuerte estas semanas y tendrá tiempo para mejorar tanto a nivel aerodinámico como de motor. Podrá trabajar tranquilo porque los neumáticos los seguirá desarrollando Michelin a través de los otros equipos. Pero tendrá presión. Sabe que tanto los directivos de Honda como todo el mundo le exigirá que demuestre que sin cometer irregularidades también es capaz de ganar.