El género de las ciudades
Las jornadas Urbanisme y gènere; una visió necessària per a tothom, que se han celebrado durante tres días en Barcelona, han puesto de relieve la necesidad de repensar las ciudades de forma que se adapten al conjunto de la ciudadanía.
La organización territorial y urbanística de pueblos y ciudades se ha realizado, en general, en función de los papeles tradicionales asignados a mujeres y hombres. Eso implicaba partir de la base de que los hombres realizaban el trabajo remunerado y se ocupaban del ámbito público, y las mujeres asumían las responsabilidades en la esfera doméstica y reproductiva.
Pero nuestras ciudades y nuestros hogares responden a unos papeles de hombres y mujeres, construidos a lo largo de la historia, que ya no se corresponden con la realidad actual, ya que las mujeres se han incorporado a todos los ámbitos de la sociedad. Esto ha puesto de manifiesto diversas contradicciones y ha mostrado que hombres y mujeres tienen necesidades diferentes en cuanto a la planificación y al uso del entorno.
No se trata de planificar y diseñar para las mujeres, sino hacerlo considerando los valores y los asuntos de género, sin excluir a nadie
Un claro ejemplo es la percepción de seguridad de los espacios, que no son neutros, y que según cómo se configuren pueden ser disuasorios o generadores de situaciones de violencia y ofrecer seguridad o no. En cualquier caso, la presencia de entornos no seguros afecta especialmente a las mujeres, ya que son víctimas con más frecuencia de las situaciones de violencia y suponen, en muchos casos, un elemento más de discriminación, ya que restringen su libertad de movimiento, limitando las posibilidades de uso de bienes y servicios urbanos, y condicionando su participación en la vida social.
Otro ejemplo tiene que ver con la movilidad derivada del tipo de actividad que realiza cada persona. Aunque es cierto que las mujeres se han incorporado a los ámbitos públicos de la sociedad, también lo es que en la mayoría de los casos todavía soportan la responsabilidad del cuidado de la familia, de las personas dependientes y de las enfermas. Éste es un impedimento al que hay que añadir la dispersión de los lugares de trabajo, comercio y servicios; la insuficiencia del transporte público, los horarios comerciales, etcétera.
Para evitar que los espacios que se utilizan a diario sean una barrera para disfrutar de iguales oportunidades es necesario prever en la planificación y organización de pueblos y ciudades las nuevas necesidades de la vida actual, y en especial las diferentes situaciones y necesidades de las mujeres.
En los últimos años se han realizado contribuciones que plantean la necesidad de facilitar las actividades y las necesidades de la vida cotidiana en un marco espacial adecuado, con las infraestructuras necesarias y transportes que permitan cubrir las distancias.
Muchos organismos europeos han afirmado que es necesario que las ciudades se planifiquen con la participación de las mujeres, ya que sus puntos de vista ayudarán a mejorar los espacios de convivencia, el medio ambiente, los planes de vivienda, los transportes, la seguridad y muchos otros aspectos que hacen las ciudades más humanas y habitables. No se trata de planificar ni de diseñar para las mujeres separadamente, sino hacerlo considerando los valores y los asuntos de género; en definitiva, planificar para todos los sexos sin excluir a nadie.
Pero desde las políticas económicas y sociales se continúa planificando la ciudad según un modelo de sociedad que no se corresponde con la multiplicidad de experiencias que se viven en ella, y se provoca un desajuste entre ésta y las personas y grupos que la habitan.
Las dificultades actuales de nuestras ciudades se derivan de esta dicotomía, ya que combinan los problemas propios del desarrollo histórico urbano con los derivados de la puesta en marcha de un modelo económico determinado, con contaminación ambiental y acústica, despilfarro de recursos básicos, problemas de residuos, especulación, inseguridad y violencia.
Superar estas carencias está relacionado con superar la falta de representación de las mujeres en la toma de decisiones y en dejar de ver las actividades que generalmente realizan las mujeres como una cuestión social, y no como un asunto de política del ordenamiento físico del territorio.
En referencia a la falta de participación de las mujeres en la toma de decisiones es especialmente significativo que haya menos mujeres en el poder local que en los gobiernos o en los parlamentos nacionales. La necesidad de que las mujeres formen parte de todos los niveles de decisión, desde los puestos más bajos hasta las cúpulas de decisión, se hace cada vez más evidente no sólo para satisfacer sus propias demandas, sino también para hacer posible que las ciudades en las que vivimos respondan a las necesidades de sus habitantes.
Creo que las instituciones públicas debemos impulsar las acciones necesarias para posibilitar estos cambios, promoviendo la colaboración de diferentes ámbitos y la participación de los diversos actores implicados en el diseño de la ciudad.
El actual Gobierno de la Generalitat de Cataluña ha llevado a cabo una iniciativa en esta línea, con un decreto que desarrolla la ley 2/2004 de mejora de barrios, áreas urbanas y villas que requieren atención especial. Esta ley exige que se tenga en cuenta en los proyectos su repercusión de género. También introduce la equidad de género en el uso del espacio urbano y de los equipamientos como uno de los campos susceptibles de obtener financiación del fondo de fomento del programa de barrios y áreas urbanas de atención especial.
El enfoque integral de género, el mainstreaming, supone una visión muy ambiciosa desde el punto de vista conceptual, pero como las otras estrategias de carácter transversal, como el desarrollo sostenible, implica un modelo que requiere enormes transformaciones sociales, económicas y políticas, y hay que plantearlo como un proceso continuado a medio y largo plazo, de aprendizaje, negociación e intercambio de experiencias.
Mujer.
Marta Selva Masoliver es presidenta del Instituto Catalán de la
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