Peligran los escaños de los jefes 'tory'

W. O.,

El sistema electoral británico obliga a los candidatos a defender su escaño como si les fuera en ello la vida. Vayan como vayan las cosas en el resto del país, el escaño se gana en la propia circunscripción y una gran victoria del partido no garantiza la propia. Chris Patten, entonces presidente del Partido Conservador, fue el artífice de la campaña que en 1992 mantuvo contra pronóstico a John Major en Downing Street, pero perdió su escaño en la circunscripción de Bath. Fue nombrado gobernador de Hong Kong, y luego, comisario europeo. Otro gran derrotado en la historia electoral fue Michael Portillo, que perdió un escaño considerado seguro en la debacle tory de 1997, aunque retornó al Parlamento a media legislatura al ganar unas elecciones parciales.

Los liberales-demócratas se han fijado un triple, ambicioso y llamativo objetivo: descabezar al Partido Conservador dejando sin escaño a tres de sus principales dirigentes, que defienden ventajas relativamente pequeñas. La posibilidad de Michael Howard, el líder tory, que defiende una mayoría de 5.907 votos ante el liberal Peter Carrol en Folkestone & Hythe, parece muy remota, pero no es imposible si los laboristas de la zona escuchan los consejos que les dio un ministro saliente, Denis MacShane, que pidió el voto para el candidato liberal.

Bastante más amenazado está David Davis, un duro que aspira a sustituir a Howard al frente del partido y que tiene 1.903 votos de ventaja frente al liberal Jon Neal en Haltemprice & Howden, en el noreste de Inglaterra. "¿Qué espera ser el 6 de mayo, ex diputado o líder conservador?", le preguntaron.

El objetivo más plausible de la Operación Decapitación es Oliver Letwin, experto en banca de negocios, que sería ministro del Tesoro si los conservadores se hicieran con el Gobierno, pero corre el peligro de volver a la City si Justine McGuinness le come los 1.414 votos de ventaja que defiende en Dorset West, una hermosa circunscripción rural en la costa suroeste.